Una buena costumbre en este mes de mayo, para asegurar nuestro recuerdo de la Virgen María, es el rezo del Santo Rosario, oración en la que contemplamos, a través de María, toda la vida de Jesús. Los misterios gozosos, que nos hablan de la infancia del Señor y los luminosos, que nos sumergen dentro de su vida pública. Los dolorosos nos permiten contemplar la pasión y muerte de Jesús para traernos su salvación, y los misterios gloriosos, por último, nos hacen exultar de alegría con la Resurrección y ascensión de Jesús, el envío del Espíritu Santo y la asunción y coronación de María. La Virgen, en diversas apariciones como Fátima o Lourdes ha señalado su deseo de que recemos el Rosario. Quizá el mes de mayo dedicado a Ella puede ser un buen momento para agradar a la Virgen con tal práctica. Que María nos ayude a venerarla y honrarla como verdadera Madre y Señora de nuestras vidas.
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