Hace unos días leía algunos pensamientos de Teresa de Lisieux. Ya lo había hecho antes, pero ahora volví a repasarlos y recordarlos. La verdad es que cada vez me doy más cuenta de la gran santidad de esta joven, que con tan sólo 24 años de vida supo entregárselo todo al Señor.
"No quiero ser santa a medias", decía con gran ímpetu. Quería ser santa completamente, y para ello, se convenció de que "el mejor camino para llegar a la perfección es el amor". Y en todo esto se empeñó durante toda su vida. Así, dirá: "En el corazón de la Iglesia, que es mi madre, solo quiero ser el Amor". ¡¡Y desde luego que lo logró!! Tanto es así que la Iglesia la proclamó patrona de las misiones... y eso que había pasado toda su corta vida en un convento de clausura.
Acojamos el ejemplo de Teresita, y pidamos su intercesión. Ojalá también nosotros queramos ser el Amor, queramos entregarlo todo al Señor, para que "reconociendo nuestra miseria, nos entreguemos por completo al Amado".
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