Celebramos en este domingo la Jornada de la Infancia Misionera, en la que se nos anima a ser misioneros en nuestros ambientes y lugares, y especialmente concienciar a los niños, para que ellos también colaboren con las misiones. El Evangelio de este domingo, el tercero del tiempo ordinario, nos anima a poner la palabra de Dios en el primer lugar de nuestra vida. Que nos ayude para nuestra oración.
¡Feliz domingo para todos!
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la región. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso de pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque Él me ha ungido.
Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos, la vista.
Para dar libertad a los oprimidos;
para anunciar el año de gracia del Señor».
Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Y se puso a decirles:
—«Hoy se cumple esta Escritura que acabais de oír».
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