Hoy celebramos a San Pablo Miki y sus compañeros mártires, y ayer celebrábamos a Santa Águeda, otra mártir que en los siglos primeros del cristianismo supo entregar su vida en defensa de la fe y en favor del Señor. ¿Estaríamos nosotros también dispuestos a entregar la vida por amor al Señor? Ayer, en la lectura de la carta a los Hebreos, se nos decía que "aún nos falta mucho para llegar a la sangre en nuestra lucha por el pecado". Y es que es cierto, muchas veces vivimos acomodados, sin dar pasos adelante en nuestra lucha por el pecado y por nuestra santificación personal. Que el ejemplo de tantos mártires nos estimule y nos fortalezca, para poder ser testigos del Señor allá donde nos encontremos.
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