Hay una preciosa canción de comunión que en su estribillo dice los siguiente: "Pasa, Señor, a mi casa, que es tu casa de verdad; tengo la mesa servida, tengo fuego en el hogar". Estas palabras resuenan de manera diferente e interpeladora en este tiempo cuaresmal, cuando nos disponemos a celebrar los grandes misterios de nuestra fe, que culminarán en la gran alegría de la Pascua. ¿Por qué no preparar un buen fuego y una buena mesa para nuestro Dios? El calor de hogar siempre despide acogida, confianza, alegría profunda... Que de verdad podamos preparar un corazón bien dispuesto a la Pascua y se pueda cumplir en nosotros el estribillo de esta canción.
Señor, ven, entra en mi vida, pasa a mi casa, no te quedes fuera. La mesa está preparada, caliente el pan, envejecido el vino, y el fuego encendido.
Que tu fuego encienda mi fuego; que tu sed apague la mía. Gracias, Señor, porque contigo todo es posible, y lo que parece difícil se torna fácil con tu ayuda.
Quiero caminar contigo en esta Cuaresma, para morir y resucitar contigo.
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