La Iglesia entera sigue orando por la elección de un nuevo Papa, y los cardenales, desde la tarde de ayer, se encuentran reunidos en Cónclave, sin contacto con el exterior, para que nada influya en su decisión. Se trata de un momento histórico, emocionante, importante y decisivo. La vida de la Iglesia se ha convertido, hace ya unos cuantos días, en el plato fuerte de nuestros telediarios y tertulias; también de nuestros periódicos y columnas de opinión. No está mal que se hable de la Iglesia, de Jesús, de sus cosas, y de lo que realmente es importante.
Estamos llamados, especialmente aquellos que nos confesamos seguidores de Jesús, a hablar de Dios a los cuatro vientos, y también, por qué no, a hacer que se hable de Jesús y su mensaje. La Palabra de Dios es siempre interpeladora, viva y eficaz, y no hemos de cansarnos de predicarla, porque cada vez resuena en nosotros de una manera nueva.
Oremos por la elección del nuevo Papa y acojamos con alegría a aquel que el Señor quiera enviarnos en su nombre para gobernar la Iglesia.
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