El Señor está siempre a la puerta de nuestro corazón, esperando que le abramos y le dejemos entrar dentro de nosotros, para transformar nuestro corazón y hacerlo cada vez más semejante al suyo. ¿Te atreves a abrirle y a dejarle entrar para que realmente te contagie de su buena noticia y de sus mismos sentimientos? Yo estoy dispuesto a hacerlo, y deseo que tú también. Así, con Jesús dentro de nosotros, podremos ser otros "cristos" para los que tenemos al lado, acompañándoles en sus sufrimientos y alegrías.
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