Lápiz: Para apuntar aquello que merezca la pena
Goma: Para borrar, no del papel y sí de la memoria lo que nos hace sufrir o paraliza nuestro dinamismo.
Mochila: Para guardar lo imprescindible para ser feliz: amistad, ayuda, alegría, serenidad, reflexión, paz.
Gafas: Para no dejar pasar de largo las sensaciones que pueden hacernos más y mejores personas.
Sacapuntas: Para afinar nuestra personalidad, para no “sacar punta” a los defectos de los demás.
Lupa: Para ser prudentes en nuestros juicios y precavidos con lo que nos dicen y vemos.
Agenda: Para apuntar aquello donde, sin excusa y con valentía, hemos de estar presentes.
Compás: Para marcar la diferencia entre el bien y el mal, para delimitar aquello que nos puede dañar.
Calculadora: Para saber sumar aquellos instantes en los que hemos realizado algo por los demás y, por lo tanto, las horas en las que hemos aumentado y no restado felicidad.
Tijeras: Para cortar, de nuestras palabras y actos, todo aquello que incita a la violencia, al gamberrismo o a la pereza.
Libros: Para adentrarnos en la sabiduría y adquirir una óptica de la historia y del mundo.
Cruz: Para comprender que, sin Dios, nuestra educación no es íntegra ni está acompañada por una fuerza suprema.
Para dar testimonio de lo que somos: cristianos.