La Jornada Mundial de la Juventud ha llegado a su fin. Después de varios años de preparación y esfuerzo parece que todo se acaba muy rápido, pero sin embargo vivirlo ha sido una experiencia muy enriquecedora, tanto a nivel de fe como de cultura y enriquecimiento de tantos buenso valores de otros lugares del mundo.
El Santo Padre animó a los jóvenes a amar a la Iglesia, y a no cansarse de ser testigos y misioneros ahora en cada uno de sus hogares y ambientes. Que estas palabras del Papa que resonaron de manera especial en la Misa de clausura en Cuatro vientos, sean realmente para todos un aliciente para seguir a Jesucristo con docilidad y alegria.
Alegrémonos por el éxito de la JMJ y pidamos ahora por sus frutos espirituales.
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