Hoy es la fiesta de la Inmaculada Concepción. Jorge Ramírez, como en cada fiesta mariana, nos ayuda con sus palabras:
Estos días en que comenzamos la novena preparatoria a la festividad de la Inmaculada Concepción para culminar con su fiesta, hoy día 8 de diciembre, antiguo día de la madre, recuerdo desde mi más tierna infancia una medallita de cinc con la imagen de María Inmaculada por el reverso y por el adverso el Ave María orlada con la siguiente frase: Adornadme con flores de pureza.
Mi deseo, querido lector, es ser capaz de desglosar, y de hacerlo con vosotros, esa frase que desde mi infancia cuando pasaba los veranos en el pueblo al ver esa medalla me llamaba tanto la atención: Adornadme con flores de pureza.
¿Para qué adornamos? Esa sería una muy buena pregusnta. Pensemos en nuestro interior, ¿Adornamos a la Virgen para embellecerla más si cabe?
Con las flores expresamos la belleza, el adorno en sí es una manera de decorar, de hacer ofrenda, las delicadas y olorosas flores…
Pero y…¿Qué es la pureza? Todos tenemos muy claro que María destacó siempre por su pureza, siempre pura, siempre limpia, siempre dispuesta a la entrega, pues es Señora de Sí misma antes que nuestra. ¿Qué es nuestra pureza? Yo creo que deberíamos ahondar en nuestro interior, examinar nuestro corazón, mirar nuestro interior, y con esa pureza, de corazón y de alma ofrecérselo a la Santísima Virgen y ser capaces de adornarla con las flores de pureza, esas flores de pureza que desde niño leí su reclamo en aquella medalla y que tanto debe de agradarle a la Señora.
¡Oh María, Madre Mía!
Concédeme regalarte, ofrecerte cada día, adornarte como mereces con las flores de mi jardín. Ese jardín particular: que es mi vida, es mí ser y que mi pureza de corazón de acciones serán hermosas flores colocadas a tus plantas.
Querido lector, sé buen hijo de Nuestra Madre celestial y aunque nosotros seamos pecadores por naturaleza, ve a honrar con tu presencia a la Inmaculada Concepción y procura adornarle con alguna flor de pureza, con algo que salga de tu corazón, pues sin duda será agradable o los ojos de María.
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