Hoy es el IV domingo del tiempo de Adviento, y en breve podremos celebrar la Navidad, que será el próximo domingo. El Evangelio de hoy nos ayuda a fijarnos en la Virgen María, con el relato de la Anunciación. Que este relato pueda ayudarnos en este día en nuestra oración y preparación a la Navidad.
En aquel tiempo, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El Ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El Ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la descendencia de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al Ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?».
El Ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu parienta Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible».
María contestó: «Aquí está la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y la dejó el Ángel.
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