María, protagonista del adviento

A través de todo el adviento sentimos la presencia de la Virgen María.

Permanece discretamente en el segundo plano, pero su influencia lo invade todo. Su función en la ejecución del plan de Dios es importantísima, pero está subordinada completamente a la misión de su divino Hijo. La escena de la anunciación ocupa de manera casi constante el pensamiento de la Iglesia durante el adviento. Aparece con toda claridad la incomparable importancia de María en el plan de la Salvación. Según la tradición católica, el fiat de María, su "sí" rotundo al papel que Dios pensó para ella, tuvo importancia decisiva a la hora de realizarse el plan de Dios para salvar a la humanidad.

"Al abrazar con todo el corazón y sin entorpecimiento de pecado alguno la voluntad salvífica de Dios, se consagró totalmente como esclava del Señor a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo con diligencia al misterio de la redención con él y bajo él, con la gracia de Dios Omnipotente" (LG 53 y 56).

En la liturgia revivimos la escena de la anunciación, escuchamos el diálogo entre el ángel y la Virgen, vivimos el suspenso de aquel momento que precede a la palabra de consentimiento. Fue un momento de decisión que llamamos a veces el "momento de la verdad".

Se hace una opción, y a partir de ese momento la vida toma un curso nuevo. Ponemos en marcha una serie de acontecimientos que afectan no sólo a nuestro destino, sino también al de otros.

La Virgen María no dudó. Simplemente pidió una explicación: "¿Cómo puede suceder eso?". No había tiempo para pensar las cosas con profundidad. No era posible prever todas las consecuencias de su decisión. En realidad, la perspectiva debió de haber sido pavorosa, e hizo lo único que podía en aquellas circunstancias: hizo un acto de fe y dijo sí a la propuesta de Dios.

Su respuesta no solo fue pronta y sin reservas, sino gozosa. Ella respondió con gozo a la buena nueva que le llevó el ángel. Ella aceptó el don divino a favor de todos nosotros; y la humanidad asintió en ella a su salvación.

Para San Ireneo, la obediencia de la Virgen remedió la desobediencia de Eva, y así aquélla se convirtió en la nueva Eva y en la abogada de aquella que había sido engañada por la serpiente. San Agustín decía que la Virgen María concibió al Hijo de Dios en su mente y en su corazón antes de concebirlo en su cuerpo.

María está presente a lo largo de todo el adviento. Ella posee el secreto de este tiempo. Adviento es el tiempo de la esperanza, y nosotros invocamos a Nuestra Señora como Mater Spei, o Spes Nostra Salve. Ella es la esperanza de la Iglesia y de cada uno de sus miembros. En su estado actual de gloria, unida perfectamente en cuerpo y alma con el Señor, vemos a qué alturas estamos llamados también nosotros.

"En ella la Iglesia admira y ensalza el fruto más espléndido de la redención y la contempla gozosamente como una purísima imagen de los que ella misma, toda entra, ansía y espera" SC 103.

Siguiendo el modelo de María, "Mujer de esperanza que supo acoger, como Abraham, la voluntad de Dios, esperando contra toda esperanza" (TMA 48), se invita a los fieles a prepararse a salir al encuentro del Salvador que viene.

"Los fieles que viven con la liturgia el espíritu del Adviento, al considerar el inefable amor con que la Virgen Madre esperó al Hijo, se sentirán animados a tomarla como modelo y a prepararse, "velando en oración y cantando en alabanza para salir al encuentro del Salvador que viene" (Pablo VI, Marialis Cultus)

San Francisco Javier


La iglesia celebra hoy, en medio del adviento, la memoria de San Francisco Javier, un gran santo jesuíta que destacó por su celo apostólico. Es patrón de las misiones y de todos los misioneros. Encomendemos hoy de manera especial a todos los que dan su vida por Cristo, en ayuda a otros muchos, en países de misión. Demos gracias a Dios por la Compañía de Jesús, a la que Francisco Javier perteneció, y pidamos a María que Ella nos conceda un corazón misionero, con gran celo apostólico, para que de verdad desgastemos nuestra vida en favor de los demás.

Feliz día.

El sentido del Belén navideño


El Papa Benedicto XVI nos señala algunas cosas respecto al Belén navideño: "En muchas familias, siguiendo una hermosa y consolidada tradición, inmediatamente después de la fiesta de la Inmaculada se comienza a montar el belén, para revivir juntamente con María los días llenos de conmoción que precedieron al nacimiento de Jesús. Construir el belén en casa puede ser un modo sencillo, pero eficaz, de presentar la fe para transmitirla a los hijos. El belén nos ayuda a contemplar el misterio del amor de Dios, que se reveló en la pobreza y en la sencillez de la cueva de Belén. San Francisco de Asís quedó tan prendado del misterio de la Encarnación, que quiso reproducirlo en Greccio con un belén viviente; de este modo inició una larga tradición popular que aún hoy conserva su valor para la evangelización".

"En efecto, el belén puede ayudarnos a comprender el secreto de la verdadera Navidad, porque habla de la humildad y de la bondad misericordiosa de Cristo, el cual "siendo rico, se hizo pobre" por nosotros. Su pobreza enriquece a quien la abraza y la Navidad trae alegría y paz a los que, como los pastores de Belén, acogen las palabras del ángel: "Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre" (Lc 2, 12). Esta sigue siendo la señal, también para nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI.

No hay otra Navidad".

Diciembre


Empieza hoy el mes de diciembre, un mes cargado de fiestas, y donde el Adviento adquiere todo su esplendor, para poder después dar paso a la Natividad del Niño Dios. Vivamos estos días de manera instensa, poniendo lo mejor de nosotros. Preparemos el camino del Señor, de la mano de Juan Bautista, el precursor, y de la mano de María, que encinta se alegra por el próximo nacimiento de su Hijo.

Nos ayudará mucho la oración intensa, el diálogo íntimo, sincero y cercano con el Señor, y algún otro propósito que nos permita ir mejorando aspectos de nuestra vida.

Que el Adviento no pase desapercibido en nosotros, que nos preparemos bien, y dispongamos nuestro corazón para la venida del Señor. Feliz mes de diciembre, de la mano de María, la que es Inmaculada.

Ven, Espíritu Santo

Estos días son tiempo de exámenes para muchos estudiantes, sobre todo los que están en los colegios e institutos, que tienen los exámenes de la primera evaluación. Por ello, os propongo una oración al Espíritu Santo, para que derrame sobre ellos sus dones y les permita obtener buenos resultados con su esfuerzo.
Ven Espíritu Santo, inflama mi corazón y enciende en el fuego de tu Amor. Dígnate escuchar mis súplicas, y envía sobre mí tus dones, como los enviaste sobre los Apóstoles el día de Pentecostés.

Espíritu de Verdad, te ruego me llenes del don de Entendimiento, para penetrar las verdades reveladas, y así aumentar mi fe; distinguiendo con su luz lo que es del buen, o del mal espíritu.

Espíritu Sempiterno, te ruego me llenes del don de Ciencia, para sentir con la Iglesia en la estima de las cosas terrenas, y así aumentar mi esperanza; viviendo para los valores eternos.

Espíritu de Amor, te ruego me llenes del don de Sabiduría, para que saboree cada día más con qué infinito Amor soy amado, y así aumente mi caridad a Dios y al prójimo; actuando siempre movido por ella.

Espíritu Santificador, te ruego me llenes del don de Consejo, para obrar de continuo con prudencia; eligiendo las palabras y acciones más adecuadas a la santificación mía y de los demás.

Espíritu de Bondad, te ruego me llenes del don de Piedad, para practicar con todos la justicia; dando a cada uno lo suyo: a Dios con gratitud y obediencia, a los hombres con generosidad y amabilidad.

Espíritu Omnipotente, te ruego me llenes del don de Fortaleza, para perseverar con constancia y confianza en el camino de la perfección cristiana; resistiendo con paciencia las adversidades.

Espíritu de Majestad, te ruego me llenes del don de Temor de Dios, para no dejarme llevar de las tentaciones de los sentidos, y proceder con templanza en el uso de las criaturas.

Divino Espíritu, por los méritos de Jesucristo y la intercesión de tu Esposa, María Santísima, te suplico que vengas a mi corazón y me comuniques la plenitud de tus dones, para que, iluminado y confortado por ellos, viva según tu voluntad, muera entregado a tu Amor y así merezca cantar eternamente tus infinitas misericordias. Amén.

Beato Bernardo Francisco de Hoyos, ruega por nosotros


Celebramos hoy, por primera vez en la iglesia, la fiesta del Beato Bernardo Francisco de Hoyos, joven sacerdote jesuíta que fue el impulsor de la devoción al Corazón de Jesús en España. Fue beatificado el pasado 18 de abril de 2010 en Valladolid, provincia en la que nació. He aquí algunos aspectos de su vida que quizá nos ayuden en este día.


Pidamos al Señor, por su intercesión, que también como a él, el Señor nos escriba en su corazón.


En mayo de1733, cuando Bernardo tenía solamente 21 años y era estudiante de teología en Valladolid, tuvo conocimiento del culto al Sagrado Corazón de Jesús. Esto escribió Bernardo: «Yo que no había oído jamás tal cosa, empecé a leer el origen del culto del Corazón de nuestro amor Jesús, y sentí en mi espíritu un extraordinario movimiento fuerte, suave y nada arrebatado ni impetuoso, con el cual me fui luego al punto delante del Señor sacramentado a ofrecerme a su Corazón para cooperar cuanto pudiese a lo menos con oraciones a la extensión de su culto».

Bernardo de Hoyos pedía que la devoción al Corazón de Jesús fuese conocida en España, como lo era en Francia y en otros países, y que hubiese la fiesta del Sagrado Corazón. Escribió Bernardo: «Dióseme a entender que no se me daban a gustar las riquezas de este Corazón para mi solo, sino para que por mi las gustasen otros. Pedí a toda la Santísima Trinidad la consecución de nuestros deseos, y pidiendo esta fiesta en especialidad para España, en que ni aún memoria parece hay de ella, me dijo Jesús: 'Reinaré en España, y con más veneración que en otras muchas partes'».


"Ven, Señor, a nuestra vida"


Hoy comienza el tiempo de Adviento. Un tiempo precioso que nos invita a preparar el corazón y estar bien dispuestos para la venida del Niño Dios. En la Navidad Dios se hace niño, se hace carne humana, como nosotros, y nos trae la salvación para todos.

El Adviento nos invita ante todo a cultivar algunas actitudes:

- La vigilancia: "Estad en vela, porque no sabéis el día ni la hora. A la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre". Debemos preparar nuestro corazón, y disponerlo para la venida del Señor.
- La conversión: el Adviento nos habla de concersión, hemos de luchar por ser un poco más de Dios, hacer algún sacrificio o gesto concreto que nos ayude a convertirnos cada vez más y a preparar el camino al Señor que llega.

- La admiración: el asombro ante un Dios que quiere entrar en contacto con nosotros, y para ello se hace hombre.

- El amor a María: Ella es la que espera y lleva al Señor en su seno. Acrecentemos nuestro amor a Ella, y pidámosla su intercesión.

Feliz Adviento: "Abre tu tienda al Señor, recíbele dentro, escucha su voz, prepara tu fuego, porque llega el Amor".