Primer sábado de mes

Hoy es primer sábado de mes, un día en el que la iglesia recuerda de manera especial a la Virgen María, y anima a todos los cristianos a meditar la vida de Jesús a través del rezo contemplativo del santo Rosario. El Rosario es una oración muy agradable a Dios, y querida por la Virgen María. Ella nos lo ha pedido en numerosas ocasiones. "Si se rezara el Rosario, el mundo alcanzaría la paz". Hagámoslo, sabiendo que a María la agrada, la gusta, y Ella misma lo ha pedido.

El Rosario es cogerse a la mano de la Madre, la intercesora, la Reina de cielos y tierra. Se trata de contemplar la vida de Jesús con los ojos de María, con sus ojos de Madre y Maestra, de modelo de creyente. 

Ojalá amemos el Rosario, y hagamos de esta oración un piropo diario a la Virgen María. 

Recuerdos de la JMJ

Aún quedan en nosotros los buenos y bonitos recuerdos de la JMJ celebrada en Madrid en este verano pasado. Aquí os dejo un pequeño video de la diócesis de Valladolid, en el que está resumido un encuentro que tuvo lugar hace unos días, recordando esos bonitos días de la JMJ.


San Martín de Porres

Celebramos hoy a San Martín de Porres, conocido también como Fray Escoba. Vamos a conocer algunas cosas de su vida que nos sirvan en este día. Acojámonos a su intercesión.

El santo mulato nació en Lima en 1579 de padre español y madre panameña. De caballero y mulata nació el santo. Tardó su padre en reconocerlo pero al final asintió, teniendo de todas formas que partir dejando al pequeño al cuidado de su madre. Son misteriosos los caminos del Señor: no fue sino un santo quien lo confirmó en la fe de sus padres. Fue Santo Toribio Mogrovejo, segundo arzobispo de Lima y actual patrono del Episcopado Latinoamericano, quien hizo descender el Espíritu sobre su moreno corazón, corazón que el Señor fue haciendo manso y humilde como el de su Madre. Martín aprendió el oficio de barbero y también algo de medicina. El muchacho era inteligente, y fue tal su amor por los hermanos que no tardó en aprender para poderlos servir mejor. Desde niño sentía predilección por los enfermos y los pobres en quienes reconocía sin duda el rostro sufriente de su Señor. A los quince años la gracia recibida y el ardor por vivir más cerca de Dios en servicio completo a sus hermanos humanos lo impulsó a pedir ser admitido como donado en el convento de los dominicos que había en Lima.

Pronto la virtud del moreno dejó de ser un secreto. Su servicio como enfermero se extendía desde sus hermanos dominicos hasta las personas más abandonadas que podía encontrar en la calle. Su humildad fue probada en el dolor de la injuria, incluso de parte de algunos religiosos dominicos. Incomprensión y envidias: camino de contradicciones que fue asemejando al mulato a su Reconciliador. En 1603 le fue concedida la profesión religiosa y pronunció los votos de pobreza, obediencia y castidad. Hombre de gran caridad, unía a su incesante oración las penitencias más duras. Era mucho el amor, eran poco el sueño y la comida, lo sostenía la oración, la infinita misericordia de Dios. Es muy probable que haya conocido a Santa Rosa de Lima. El Señor tiene sus caminos, y los tuvo de dolor y alegría para nuestro mulato. Así nos ama el Señor, como a su Madre.

Conmemoración de los fieles difuntos

A menudo, muchas personas confunden la solemnidad de todos los santos, celebrada ayer, día 1 de noviembre, con la conmemoración de los fieles difuntos, que es lo que celebramos hoy, día 2 del mismo mes. Esta confusión se debe a que, como es festivo el día 1, solemos aprovechar para ir a los cementerios y honrar a nuestros seres queridos con nuestras flores y plegarias.

Sin embargo, son dos días bien diferentes, aunque claro está, guardan relación. Ayer celebrábamos a todas esas personas que ya gozan de la vida eterna y de la compañía de Dios. Hoy, recordamos a todos los difuntos, los que ya están con Dios en el cielo y los que aún están en el purgatorio esperando llegar a esa gozo eterno. 

Es un día para recordar con cariño a nuetros difuntos y pedir por su eterno descanso. No debe ser día de tristeza y llanto, sino de profunda esperanza, sabiendo que resucitarán en el último día. Pidamos hoy por todos ellos al Señor contando con la intercesión de María, la Virgen, y también vayamos a los cementerios, acompañemos a nuestros familiares y amigos difuntos con nuestro recuerdo, nuestra oración y también nuestras flores, muestra de nuestro amor y cariño hacia ellos. 

Solemnidad de todos los santos

La iglesia entera se alegra hoy con el inicio del mes de noviembre y la celebración de la Solemnidad de todos los santos. Una fiesta en la que celebramos a todos aquellos santos que no tienen un día fijo en el calendario y también a aquellos que llevaron una vida de santidad, oculta, sencilla, pero que no han sido canonizados por la iglesia.

Es un día para alabar y bendecir al Señor y para agradecerle la bondad y santidad de tantas personas. Es un día para poner los ojos en el cielo sin quitar los pies de la tierra. Somos ciudadanos del cielo, llamados a vivir para siempre con el Padre, gozando eternamente de su presencia.

La solemnidad de todos los santos nos estimula a buscar la santidad, a aprovechar el tiempo, a no dejar de lado a tantos santos que interceden por nosotros y nos ayudan desde el cielo. 

Pidamos a María que interceda por nosotros, e igualmente contemos en este día con la intercesión de todos los santos que ya gozan con Dios en el cielo. 

Solemos en este día acudir a los cementerios, dado que es un día festivo, para honrar a nuestros difuntos, familiares y amigos. Pidamos por su eterno descanso y también dejemos el camino libre a la esperanza. Que el desánimo nunca nos invada.

Final del mes de octubre

El mes de octubre llega a su fin y se acerca el mes de noviembre, un tiempo dedicado a los difuntos y a la reflexión sobre la muerte y el final del tiempo litúrgico. Ojalá que podamos decir, como el hermano Francisco de Asís, "hermana muerte". Que el Señor nos permita verdaderamente ansiar el encuentro con Él y nos dé fuerza para hacer de nuestra vida una ofrenda agradable a sus ojos. 

Acudamos a la Eucaristía del domingo, confesemos nuestros pecados, y dejemos que el Señor sea Rey de Reyes y Señor de señores en nuestra vida.