Encuentro Nacional JRC, FRC y ARC


Ya ha comenzado el Encuentro Nacional de Jóvenes, Matrimonios y adolescentes del movimiento JRC (Jóvenes por el Reino de Cristo), que se celebra cada año en Salamanca. El lema para este año es "Mirarán al que atravesaron". Recemos por todos ellos, y si alguien se anima a ir, tiene toda la información en la página web: http://www.jrcfrc.org/

"El dolor vivido con Dios"


Esta semana, la iglesia nos ha puesto de manifiesto el dolor y el sufrimiento, que están presentes en la vida de cada uno de nosotros. La fiesta de la Exaltación de la Cruz, la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores y también la memoria que hoy se hace de los mártires Cornelio y Cipriano nos señalan la necesidad de caer en la cuenta de que en nosotros siempre existen momentos de dolor y de sufrimiento, pero como cristianos, esas situaciones pueden vivirse de manera gozosa, y verlas como momentos de purificación en los que se avanza y se pulen aquellas cosas que no están bien en nosotros.


Hay un texto del Nuevo Testamento que nos anima a vivir el dolor con gran esperanza: "El Señor nos alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros también alentar a los demás en cualquier lucha, repartiendo con ellos el ánimo que nosotros recibimos de Dios".


En medio del dolor y nuestras luchas también, como cristianos, recibiendo la fuerza de Dios, podemos ayudar a otros y salir de ellas fortificados.

Nuestra Señora de los Dolores

Hoy, en este día, miremos a María, la Madre al pie de la cruz, junto a su Hijo muerto. De nuevo, como es costumbre en este blog, en las fiestas de María nos servimos de una reflexión de Jorge Ramírez. La foto es de Nuestra Señora de los Dolores y Soledad que se venera en la Parroquia del Carmen del Barrio de las Delicias en Valladolid.
Felicidades a todos los cofrades que la veneran: Cofradía de la Exaltación de la Santa Cruz y Nuestra Señora de los Dolores.

¡Madre Dolorosa! Virgen de los Dolores.



Un puñal te traspasó el alma, 7 cuchillos de dolor se clavaron en tu corazón.
Hoy 15 de septiembre, celebramos la festividad de los Dolores de la Santísima Virgen.
¡Cuánto sufriste Madre, viendo padecer a Nuestro Señor, al que gestaste en tu virginal vientre para redimir al mundo!



Cuántas y cuántas cofradías se crean en torno a una imagen de la Santísima Virgen en los momentos dolorosos, para que todos los cristianos la consolemos.
El pueblo le entrega un pañuelo para secar sus lágrimas, el pueblo le acompaña para que no esté sola en su soledad. Sus hijos quieren compartir ese dolor, compartir su llanto, compartir y consolar los múltiples cuchillos que hoy día se siguen clavando en el corazón de la Virgen, con el mismo sufrimiento que padeció los días de la pasión.

Virgen de los Dolores, quiero ofrecerte, mi corazón de pecador,
Deja que se me claven tus espadas de afrenta y de dolor.
Déjame llorar contigo, de ese llanto ser testigo y consolar tu aflicción.
Que con 7 Ave Marías, ya Santa Brígida lo pedía, te acompañe cada día
como reparo del dolor, de tu Inmaculado Corazón.

"Miedo a decir SI"

Hoy, día de la Exaltación de la Santa Cruz, os invito a mirar al Señor, a sus brazos clavados, abiertos para abrazar a todos. Contemplar su costado abierto, del que manó sangre y agua para nuestra salvación. Contemplar su rostro, sangriento, lleno de amor. Digámosle esta oración, reconozcamos que tenemos miedo, pero que con su ayuda todo podemos. Pongamos en sus manos nuestra vida. Estemos, como Maria, al pie de la cruz.


TENGO MIEDO A DECIRTE QUE SÍ, Señor,
Porque... ¿a dónde me vas a llevar?...


Tengo miedo a arriesgarme,
a firmarte en "barbecho", de darte un SÍ,
Que genere una reacción de "seis" en cadena;
y sin embargo... ¡No tengo paz!

Tú me persigues, Señor,
Me acechas por todas partes.
Me aturdo con ruido
Porque temo oír tu voz;
Pero Tú te infiltras en el silencio.
Me desvío del camino al verte, pero cuando llego al fondo del sendero,
¡ALLÍ ESTÁS TÚ!

¿Dónde podré esconderme si te encuentro siempre?
No, no hay modo de esquivarte.

Pero, es que tengo miedo de decirte que SÍ, Señor.
Tengo miedo de alargarte la mano,
porque la aferras en la tuya...

Tengo miedo de encontrarme con tu mirada,
porque me seducirás...

Tengo miedo de tus exigencias, porque eres un Dios celoso...

Apuntas hacia mí, pero esquivo el blanco.
Me aprisionas, pero me resisto.
Y sigo combatiendo, sabiendo que estoy vencido.

Pero... es que, de veras, ¿se te puede resistir?...
Señor, para que llegue tu Reino y no el mío,
Ayúdame a decir que SÍ.

Ayúdame a decir que SÍ,
Para que se haga tu voluntad y no la mía.

"Hijo mío, me alegro de abrazarte"

En este domingo, la liturgia de la iglesia nos habla de la misericordia de Dios, que es infinita, y que llega a todos. Recordemos una parte del texto evangélico que se nos propone, el de la parábola del hijo pródigo. Acojamos la misericordia y el perdón de Dios, y reconozcamos, con verdadero arrepentimiento, nuestros pecados.


«Un hombre tenía dos hijos: el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”. El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces se dijo:”Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”. Se puso en camino adonde estaba su padre: cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y echando a correr, se le echó al cuello, y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo’. Pero el padre dijo a sus criados: “Sacad en seguida el mejor traje, y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado”. Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Este le contestó: “Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”. El se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: “Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”. El padre le dijo: “Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido, y lo hemos encontrado”».