Y después... ¿qué?

Ayer pusimos broche de oro a nuestra novena con la fiesta de María Milagrosa, una fiesta muy arraigada, cada vez más, en el corazón de los fieles, y que nos invita a aceptar a María como "milagrosa" en nuestra vida, es decir, como aquella que puede verdaderamente hacer milagros en nosotros si lo deseamos. 


Ahora la vida continúa, y debe hacerlo sin olvidarnos de nuestra Madre. No puede ser que seamos "cristianos de novenas", o "cristianos de media hora los domingos", o "cristianos solamente de los días santos de la Semana Santa". La fe y la vida han de ir juntas, de la mano, y estar continuamente entrelazadas. 

Que la Virgen María, ya en los días últimos del año litúrgico, nos ayude a lograr esto en nosotros. 

Fiesta de María Milagrosa

Ya llegó el día de la fiesta de Nuestra Señora, María Milagrosa. ¡Qué gusto da celebrar la fiesta de Nuestra Madre después de haber recorrido nueve días de preparación! Ella hoy está radiante. Ella hoy quiere derramar sus gracias en cada uno de los hijos que acudimos a Ella con devoción y amor. 

Vivamos este día con gozo, con inmensa alegría, y pongamos ante María todo lo que llevamos en lo profundo del corazón, para que Ella, si nos conviene, nos lo conceda. 


Virgen y Madre Inmaculada, mira con ojos misericordiosos al hijo que viene a Ti, lleno de confianza y amor, a implorar tu maternal protección, y a darte gracias por el gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa.

Día noveno

Las apariciones de la Virgen de la Medalla Milagrosa constituyen indudablemente una de las pruebas más exquisitas de su amor maternal y misericordioso. Amemos a quien tanto nos amó y nos ama. Si amo a María, decía San Juan Bérchmans, tengo asegurada mi eterna salvación. Como su feliz vidente y confidente, Santa Catalina Labouré, pidámosle cada día a Nuestra Señora la gracia de su amor y de su devoción. 


¡Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros, que recurrimos a ti!

Dios nuestro, que por la Inmaculada Virgen María asociada a tu Hijo de modo inefable, nos das alegrarnos con la abundancia de tu bondad, concédenos propicio que sostenidos por su maternal auxilio, nunca nos veamos privados de tu providente piedad, y que con fe libre, nos sometamos al misterio de tu redención. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Octavo día de nuestra novena a María Milagrosa

Mañana celebraremos con gozo la fiesta de María Milagrosa. Ya estamos en el día octavo de su novena. Pidámosla, con fervor y cariño, todo lo que llevamos en lo profundo del corazón. 


Virgen y Madre Inmaculada, mira con ojos misericordiosos al hijo que viene a Ti, lleno de confianza y amor, a implorar tu maternal protección, y a darte gracias por el gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa. 

Día octavo

Fueron tantos y tan portentosos los milagros obrados por doquier por la nueva medalla, (conversiones de pecadores obstinados, curación de enfermos desahuciados, hechos maravillosos de todas clases) que la voz popular empezó a denominarla con el sobrenombre de la medalla de los milagros, la medalla milagrosa; y con este apellido glorioso se ha propagado rápidamente por todo el mundo. Deseosos de contribuir también nosotros a la mayor gloria de Dios y honor de su Madre Santísima, seamos desde este día apóstoles de su milagrosa medalla. 

Dios te salve, María...

¡Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros, que recurrimos a Vos!

Señor Dios nuestro, que por la Inmaculada Virgen María asociada a tu Hijo de modo inefable, nos das alegrarnos con la abundancia de tu bondad, concédenos propicio que sostenidos por su maternal auxilio, nunca nos veamos privados de tu providente piedad, y que con fe libre, nos sometamos al misterio de tu redención. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Séptimo día

En el séptimo día de la novena a María Milagrosa, seguimos contando con su intercesión y poniendo ante Ella nuestras intenciones y necesidades. 

Virgen y Madre Inmaculada, mira con ojos misericordiosos al hijo que viene a Ti, lleno de confianza y amor, a implorar tu maternal protección, y a darte gracias por el gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa.

Día séptimo

Nuestra Señora ordenó a Sor Catalina que fuera acuñada una medalla según el modelo que Ella misma le había diseñado. Después le dijo: Cuantas personas la lleven, recibirán grandes gracias que serán más abundantes de llevarla al cuello y con confianza. Ésta es la Gran Promesa de la Medalla Milagrosa. Agradezcámosle tanta bondad, y escudemos siempre nuestro pecho con la medalla que es prenda segura de la protección de María.

¡Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros, que recurrimos a ti!

Dios te salve, María...

Señor Dios nuestro, que por la Inmaculada Virgen María asociada a tu Hijo de modo inefable, nos das alegrarnos con la abundancia de tu bondad, concédenos propicio que sostenidos por su maternal auxilio, nunca nos veamos privados de tu providente piedad, y que con fe libre, nos sometamos al misterio de tu redención. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Día sexto de la novena a la Virgen Milagrosa

En el sexto día de la novena, y coincidiendo con la solemnidad de Cristo Rey del Universo, imploramos la intercesión de la Virgen María. 


Virgen y Madre Inmaculada, mira con ojos misericordiosos al hijo que viene a Ti, lleno de confianza y amor, a implorar tu maternal protección, y a darte gracias por el gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa.

Día sexto

Como marco de gloria aureolando a la Virgen, vio Sor Catalina aparecer unas letras de oro que decían:¡OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, RUEGA POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A TI!. Y enseguida oyó una voz que recomendaba llevar la medalla y repetir a menudo aquella oración jaculatoria, y prometía gracias especiales a los que así lo hiciesen. ¿Dejaremos nosotros de hacerlo? Sería imperdonable dejar de utilizar un medio tan fácil de asegurarnos en todo momento el favor de la Santísima Virgen.

Dios te salve, María...

¡Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros, que recurrimos a Vos!

Señor Dios nuestro, que por la Inmaculada Virgen María asociada a tu Hijo de modo inefable, nos das alegrarnos con la abundancia de tu bondad, concédenos propicio que sostenidos por su maternal auxilio, nunca nos veamos privados de tu providente piedad, y que con fe libre, nos sometamos al misterio de tu redención. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.