Nuestra Madre, Nuestra Esperanza, hecha Macarena

En este día 18 de diciembre, en el que la iglesia celebra a la Virgen de la Esperanza o Virgen de la "O", dejamos el bolígrafo a Jorge Ramírez, para que nos ayude a meditar sobre María, bajo la advocación de Virgen Macarena, cuya fiesta se celebra también en este día, y a la que él tanto quiere.


Nos dice Jorge: Asiduamente vengo colaborando para este blog haciendo pequeñas reflexiones en diversas festividades de la Santísima Virgen. Un pequeño privilegio que me cedió su creador y que yo acepte gustoso, intentando siempre impregnar mis pequeñas crónicas de religiosidad popular.

Llega el 18 de diciembre, fiesta entrañable, en la distancia, para mi: Nuestra Señora de La Esperanza. Como en anteriores ocasiones he dicho, Ella, la Mujer que nos dio al Autor de la Vida, que se convirtió en nuestra Madre, Señora y un sinfín de letanías que dicen tanto de la Virgen: es nuestra Esperanza, esa Madre amorosa que siempre nos acompaña.

Y yo voy a centrarme en “mi Esperanza”. Aquella a la que tanta devoción tengo, una de manto verde, verde camaronero, verde tisú manzana, verde de coronación, la que en su palacio basílical mora, la que es Reina y Señora de Sevilla, la que es arte y paradigma cofrade de una fe universal. La Virgen que es conocida a nivel mundial. Que es simplemente Esperanza Macarena.

La Virgen de la Esperanza ha bajado, tiene extendida su mano, para que nosotros, su pueblo, todos sus hijos le rindamos pleitesía, tomemos con nerviosismo y delicadeza su mano y en reverencia real se la besemos, que nos postremos a orar ante Maria, para que nos dé su esperanza, esa esperanza que se hace Macarena.

Dicen que le tallaron las gubias celestiales, que fue bajada por Ángeles, que quiso morar en Sevilla, (por algo es tierra de María Santísima), y os sorprenderá que desde el corazón de Castilla, alguien os hable de Sevilla, de su Madre Bendita, pero habéis topado con este amante de Maria, que hace ya unos años dejó un pedazo de su corazón en su basílica, donde la esperanza, le ruego, nunca me falte.


Porque sin tí, Madre, sin que tú seas nuestra esperanza, esa que nunca se pierde ¿Qué somos?

Podría pasarme horas y horas ensalzando a la Virgen en esta advocación mundial, pero no quiero ser pesado, pues de la Macarena se ha dicho ya todo, y a su vez no se ha dicho nada, pues poco es todo para María, pues “Más que Tú solo Dios”.

Si pasáis por Sevilla acudid a visitarle, haced un peregrinaje, y paraos unos instantes ante Ella a orar. El Jueves Santo entre estación y estación en los monumentos, si vais a esta ciudad, acompañad el dolor de una Madre, cobijaos bajo su manto verde, y decidle, sé Tú, Maria, Madre mía, mi única esperanza.

¡Macarena! Habrá en el mundo Reinas, pero como Tú... ¡Ninguna!

Ultimando detalles


Hoy termina la primera parte del tiempo de Adviento. Hasta ahora hemos puesto más la mirada en la Parusía, es decir, la venida última de Jesucristo para recapitular en sí todas las cosas. A partir de ahora, desde el 17 al 24 de diciembre, la iglesia mira a la primera venida de Jesús, su Encarnación en el seno de María y su nacimiento en Belén de Judá. Aprovechemos estos últimos días del tiempo de Adviento para preparar una buena posada al Niño Dios.


¿Pasará de largo sin nacer dentro de nosotros? ¿Hemos hecho todo lo que estaba en nuestra mano para acoger al niño Dios en nuestro corazón? Seguro que podemos haceer más, hagámoslo, ultimemos detalles, preparemos el Belén en casa, nutrámonos de la Palabra de Dios, acudamos a la confesión y hagamos todo lo posible para hacer de nuestra alma un buen lugar para que Dios nazca.


Que María, la Virgen de la Esperanza nos aliente y ayude. Santo Adviento!

El Amor

A San Juan de la Cruz le gustaba repetir una frase. Aunque su fiesta fue ayer, hoy seguimos haciéndonos eco de su persona y su pensamiento. Que esta frase nos ayude a acercarnos a Dios y a los hermanos.

"El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa".

Juan de la Cruz


Hoy celebramos la fiesta de San Juan de la Cruz, doctor de la iglesia. Él fue un gran santo, seguro que hemos leído cosas de él o conocemos algún texto o pensamiento suyo. Pidamos en este día su intercesión. Os propongo la oración colecta de la Misa de este día, para que la recitemos varias veces, y con Ella imploremos la ayuda de este carmelita, gran santo de la iglesia.


Dios, Padre nuestro, que hiciste a tu presbítero san Juan de la Cruz modelo perfecto de negación de sí mismo y de amor a la cruz, ayúdanos a imitar su vida en la tierra para llegar a gozar de tu gloria en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén

Una gran santa, Teresita

Comparto con todos vosotros en el dia de hoy unas frases de Teresita de Lisieux. Ella, con tan sólo 24 años de vida, llegó a la plenitud de la vocación cristiana: llegó a ser santa, y encima en el interior de un convento!!.


En el blog www.hagaseestar.wordpress.com, del que otras veces ya he compartido cosas, podéis encontrar más datos. Aquí pongo estas frases que pueden ayudarnos a reflexionar en este día. Cuántas veces queremos poseer riquezas, cosas materiales... y lo importante es Dios!!!. Que así sea en nuestra vida.


Dice Teresita:


¡Ah! ¿De modo que queréis poseer riquezas, tener posesiones?
Apoyarse en eso es apoyarse en un hierro ardiente,
que deja siempre una marca.
Es necesario no apoyarse en nada,
ni siquiera en lo que puede ayudar a la piedad.
La nada, en verdad, consiste
en no tener ni deseo ni esperanza de alegría.

¡Qué dichoso es uno entonces!

Seguimos caminando en el Adviento


Hoy celebramos ya el tercer domingo del tiempo de Adviento. Parece que fue ayer cuando comenzábamos este precioso tiempo, y ya casi está concluyendo. Hemos de aprovecharlo, seguir en vela, despiertos, para preparar una digna posada para el Niño Dios, que ya está cerca.

Este tercer domingo se llama el domingo "Gaudete", porque se nos hace una llamada muy fuerte a la alegría ante la proximidad de la Navidad. He aquí el texto evangélico, que puede ayudarnos para reflexionar y orar.

"Estad alegres, os lo repito, estad alegres". Acojamos esta invitación del apóstol Pablo y derrochemos alegría sana, la que nace del encuentro con Dios.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz, y este fue el testimonio de Juan, a que le preguntaran: '¿Tú quién eres?' Él confesó sin reservas: 'Yo no soy el Mesías.' Le preguntaron: '¿Entonces qué? ¿Eres tú Elías?' Él dijo: 'No los soy.' '¿Eres tú el Profeta?' Respondió: 'No.' Y le dijeron: '¿Quién eres?' Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, '¿qué dices de ti mismo?' Él contestó: 'Yo soy la voz que grita en el desierto: 'Allanad el camino del Señor' (como dijo el Profeta Isaías.' Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: 'Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?' Juan les respondió: 'Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.' Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.»