Sábado Santo



En el sábado santo, esperemos la resurrección del Señor con María. Ella es la que guardó todo en el corazón, y en silencio, esperó la triunfante resurrección de su Hijo con gran esperanza. Que realmente también nosotros resucitemos con Él, y podamos vivir una vida nueva, la que surge de la Pascua del Señor. Esperemos, anhelemos la presencia del Señor, y hagamos de nuestra vida una constante espera en Él.

Viernes Santo



Es Viernes Santo, Jesús ha muerto. He aquí la primera lectura de la celebración de este día, del profeta Isaías, que nos narra como nadie la pasión de Jesús.









Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho.
Como muchos se espantaron de Él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano; así asombrará a muchos pueblos: ante Él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito.
¿Quién creyó nuestro anuncio? ¿A quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como un brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza.
Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos; ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestro crímenes. Nuestro castigo saludable vino sobre Él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre Él todos nuestros crímenes.
Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca, como un cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.
Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron.
¿Quién meditó en su destino? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron.
Le dieron sepultura con los malhechores, porque murió con los malvados, aunque no había cometido crímenes, ni hubo engaño en su boca.

El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento. Cuando entregue su vida como expiación, verá su descendencia, prolongará sus años; lo que el Señor quiere prosperará por sus manos. A causa de los trabajos de su alma, verá y se hartará, Con lo aprendido mi Siervo justificará a muchos, cargando con los crímenes de ellos.
Por eso le daré una parte entre los grandes, con los poderosos tendrá parte en los despojos, porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, y Él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.

Jueves Santo



Estamos en Jueves Santo, el primero de los días principales del triduo sacro. Vivamos con intensidad este día del mandamiento nuevo, de la institución de la Eucaristía, de la última cena de Jesús con sus discipulos. He aquí el Evangelio de este día, que puede ayudarnos en nuestra oración.






Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.






Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo:
-«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?»
Jesús le replicó:
-«Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.» Pedro le dijo: -«No me lavarás los pies jamás.»
Jesús le contestó: -«Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.»

Simón Pedro le dijo:
-«Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»
Jesús le dijo: -«Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos.» Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios.»

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: -«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.»

Miércoles Santo

He aquí una canción que un sacerdote, el Padre Antonio Casado, ha realizado con motivo de la próxima Jornada Mundial de la Juventud en Madrid. Está bien, creo que es muy bonita.
Nos puede servir también en estos días santos en los que nos encontramos, para meditar una vez más que hemos de estar arraigados en Jesucristo, firmes en la fe. Que en este miércoles santo vivamos intensamente con Jesús en su pasión, que ya se acerca.


"En mi Getsemaní"

He aquí una preciosa canción que puede ayudarnos en este martes santo. Digamos al Señor, con este precioso canto que "aquí estamos, para hacer su voluntad, como Él lo hace en la cruz". Sigamos subiendo hasta Jerusalén, junto con Jesús, y hagamos de nuestra vida una entrega continua al Señor.

Lunes Santo


Ayer celebramos la entrada de Jesús en Jerusalén, era domingo de ramos. Ojalá realmente hayamos entrado con Él en Jerusalén y en estos días podamos prepararnos para vivir intensamente los días de la pasión.


Leamos los pasajes del evangelio relativos a la Pasión, oremos intensamente, ayudemos en nuestras parroquias en la preparación de todo lo relativo a estos dias.


Contemplemos a Jesús en su entrega máxima, y tratemos de corresponder a su amor con nuestros pequeños actos de cada día.

Subiendo a Jerusalén


Hoy es domingo de Ramos, domingo de la entrada de Jesús en Jerusalén y del comienzo de la llamada Semana Santa. He aquí una breve reflexión que puede ayudarnos a comprender mejor lo que este día significa.


El Domingo de Ramos abre solemnemente la Semana Santa, con el recuerdo de las Palmas y de la pasión, de la entrada de Jesús en Jerusalén y la liturgia de la palabra que evoca la Pasión del Señor en el Evangelio de San Marcos. En este día, se entrecruzan las dos tradiciones litúrgicas que han dado origen a esta celebración: la alegre, multitudinaria y festiva liturgia de la iglesia, imitación de lo que Jesús hizo en Jerusalén, y la austera memoria de la pasión que marcaba la liturgia de Roma. Liturgia de Jerusalén y de Roma, juntas en nuestra celebración. Con una evocación que no puede dejar de ser actualizada. Vamos con el pensamiento a Jerusalén, subimos al Monte de los olivos para recalar en la capilla de Betfagé, que nos recuerda el gesto de Jesús, gesto profético, que entra como Rey pacífico, Mesías aclamado primero y condenado después, para cumplir en todo las profecías. Por un momento la gente revivió la esperanza de tener ya consigo, de forma abierta y sin subterfugios aquel que venía en el nombre del Señor. Al menos así lo entendieron los más sencillos, los discípulos y gente que acompañó a Jesús, como un Rey. San Lucas no habla de olivos ni palmas, sino de gente que iba alfombrando el camino con sus vestidos, como se recibe a un Rey, gente que gritaba: "Bendito el que viene como Rey en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto". Palabras con una extraña evocación de las mismas que anunciaron el nacimiento del Señor en Belén a los más humildes. Jerusalén, desde el siglo IV, en el esplendor de su vida litúrgica celebraba este momento con una procesión multitudinaria. Y la cosa gustó tanto a los peregrinos que occidente dejó plasmada en esta procesión de ramos una de las más bellas celebraciones de la Semana Santa. Con la liturgia de Roma, por otro lado, entramos en la Pasión y anticipamos la proclamación del misterio, con un gran contraste entre el camino triunfante del Cristo del Domingo de Ramos y el Viacrucis de los días santos. La liturgia de las palmas anticipa en este domingo, llamado pascua florida, el triunfo de la resurrección; mientras que la lectura de la Pasión nos invita a entrar conscientemente en la Semana Santa de la Pasión gloriosa y amorosa de Cristo el Señor.