Miedo a decir que SÍ


El Señor lo dio todo por nosotros en la cruz, y a eso estamos llamados también nosotros, a entregarlo TODO, sin reservarnos nada, para que Jesucristo pueda hacer con nuestras vidas lo que Él quiera. Esta bonita oración, que conservo hace ya bastante tiempo, expresa nuestros temores y dificultades a la hora de entregarle todo al Señor de nuestras vidas. Oremos con ella en este sábado, primer sábado de mes, teniendo muy presente a nuestra Madre Maria, como intercesora y abogada nuestra.


TENGO MIEDO A DECIRTE QUE SÍ, Señor,
Porque... ¿a dónde me vas a llevar?...

Tengo miedo a arriesgarme, a firmarte en "barbecho",
de darte un SÍ, Que genere una reacción de "seis" en cadena;
y sin embargo... ¡No tengo paz!

Tú me persigues, Señor, Me acechas por todas partes.
Me aturdo con ruido, Porque temo oír tu voz;
Pero Tú te infiltras en el silencio.
Me desvío del camino al verte, pero cuando llego al fondo del sendero,
¡ALLÍ ESTÁS TÚ!

¿Dónde podré esconderme si te encuentro siempre?

No, no hay modo de esquivarte.

... Pero, es que tengo miedo de decirte que SÍ, Señor.
Tengo miedo de alargarte la mano,
porque la aferras en la tuya...
Tengo miedo de encontrarme con tu mirada,
porque me seducirás...

Tengo miedo de tus exigencias,
porque eres un Dios celoso...
Apuntas hacia mí, pero esquivo el blanco.
Me aprisionas, pero me resisto.
Y sigo combatiendo, sabiendo que estoy vencido.

Pero... es que, de veras, ¿se te puede resistir?...
Señor, para que llegue tu Reino y no el mío,
Ayúdame a decir que SÍ.

Ayúdame a decir que SÍ,
Para que se haga tu voluntad y no la mía. Amén

"En tu Corazón quiero habitar, Señor"

En este día, os animo a poner toda nuestra existencia en el Corazón de Cristo. ¿Acaso hay mejor refugio que las entrañas misericordiosas de quien nos ha creado? Digámosle al Señor que nos acoja en su Corazón, que nos llene de su paz y amor, para poder irradiarlo a los demás, y sobre todo, que nos haga dóciles y disponibles para hacer en todo lo que Él quiera.


María, si por algo destacó, fue por ser sencilla y humilde, esclava dócil del Padre. Sirvámonos de su ejemplo, e imploremos su intercesión. A través de Ella, nos consagramos hoy al Corazón de Cristo, fuente eterna de amor y de vida.

Oh Señor Jesús, a tu Sagrado Corazón
confío toda mi existencia. Solo mírame,
y haz conmigo lo que tu Corazón indique.

Deja que tu Sagrado Corazón decida...
Yo confío en ti... Me abandono en tu Misericordia,
Señor Jesús! Ella no me fallará.
Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío.
Sagrado Corazón de Jesús, creo en tu amor por mi.
Sagrado Corazón de Jesús, que venga tu Reino.

Oh Sagrado Corazón de Jesús, te he pedido por tantos favores,
pero con ansias te imploro por esta petición.

Tómala, ponla en tu abierto y roto corazón,
y cuando el Padre Eterno la mire, cubierta por tu Preciosa Sangre,
no podrá rehusarla.

Ya no sera más mi oración, sino la tuya, Oh Jesús.
Oh Sagrado Corazón de Jesús,
pongo toda mi confianza en Ti.

La Adoración: reconocer al Señor como Dios de mi vida

Una bonita canción para este día, 4 de noviembre, en el que la iglesia se alegra por celebrar la memoria de San Carlos Borromeo.
Os invito a orar con la letra de esta canción: "Vengo a adorarte, vengo a postrarme, vengo a decir que eres mi Dios. Solo Tú eres digno, eres adorable, maravilloso para mí".

Que María nos enseñe a adorar a su Hijo, a tenerlo como nuestro mejor lote, la parte de nuestra única herencia, el Rey y Señor de nuestras vidas. Feliz día.

La alegría del catequista


Este viernes, 5 de noviembrede 2010, para todos los catequistas y agentes de pastoral:


17,00 – 19,15H: Presentación de los materiales para celebrar el Adviento y la Navidad con niños y familias.

Luhar: PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE PRADO (PARQUESOL) VALLADOLID

19,30H: Eucaristía de acción de gracias por los más de 21 años de Don Pepe Heras como delegado diocesano de catequesis y de todos los catequistas que le hemos acompañado de una manera u otra. A continuación cena informal en los salones parroquiales.


Estáis todos invitados a acudir. Siempre es bueno compartir la fe con otros compañeros de camino.

"Ciudadanos del cielo"

Hoy comenzamos el mes de Noviembre, y en este primer día del mes, la iglesia se alegra de poder celebrar la fiesta de todos los santos. Hoy, de manera especial, se recuerda a todos aquellos que son santos, pero que la iglesia públicamente no les ha reconocido como tal, y a también a aquellos que siéndolo, no tienen un día específico en el calendario.


En este día quiero compartir con vosotros el himno de la oración de Laudes, es decir, la oración que cada mañana la iglesia reza a través de los sacerdotes y religiosos. ¿Por qué comparto esto? Porque pienso que nos ayuda a rezar a todos aquellos que están ya en el cielo, y además, nos recuerda que también nosotros estamos llamados a la santidad y a vivir un día con Dios en su morada celestial. Recemos hoy al Señor a través de los santos, los patriarcas, los profetas, los apóstoles.... y todos aquellos a los que se dirige este precioso himno.



Patriarcas que fuisteis la semilla
del árbol de la fe en siglos remotos,
al vencedor divino de la muerte,
rogadle por nosotros.

Profetas que rasgasteis inspirados
del porvenir el velo misterioso,
al que sacó la luz de las tinieblas,
rogadle por nosotros.

Almas cándidas, santos inocentes,
que aumentáis de los ángeles el coro,
al que llamó a los niños a su lado,
rogadle por nosotros.

Apóstoles que echasteis en el mundo
de la Iglesia el cimiento poderoso,
al que es de la verdad depositario,
rogadle por nosotros.

Mártires que ganasteis vuestra palma
en la arena del circo, en sangre rojo,
al que os dio fortaleza en los combates,
rogadle por nosotros.

Vírgenes, semejantes a azucenas
que el verano vistió de nieve y oro,
al que es fuente de vida y hermosura,
rogadle por nosotros.

Monjes que de la vida en el combate
pedisteis paz al claustro silencioso,
al que es iris de calma en las tormentas,
rogadle por nosotros.

Doctores cuyas plumas nos legaron
de virtud y saber rico tesoro,
al que es caudal de ciencia inextinguible,
rogadle por nosotros.

Soldados del ejército de Cristo,
santas y santos todos,
rogadle que perdone nuestras culpas
a aquel que vive y reina entre nosotros. Amén.

"Zaqueo, hoy quiero alojarme en tu casa"



En el Evangelio de este domingo, se presenta el relato en el que Jesús se encuentra con Zaqueo, que era jefe de publicanos y además, rico. Pecador, por colaboracionista y por el modo de adquirir las riquezas. Tiene deseos de conocer a Jesús, pero, ¿cómo se podía atrever a acercarse a él? Todos le señalarían con el dedo y le dirían a Jesús que era un pecador. Seguramente había sido despreciado más de una vez por los fariseos, sacerdotes y jefes religiosos. Podemos imaginar la cara de extrañeza y de alegría que pondría cuando oye a Jesús llamarle por su nombre; lo que significaría para él, que alguien, de la categoría de Jesús, no sólo no le despreciase, sino que le tratara incluso con cariño.


Zaqueo se siente aceptado como persona, recupera la confianza en sí mismo y responde con toda su alma a la insinuación de Jesús. Por primera vez no es despreciado por una persona religiosa. Su buena disposición encuentra acogida y se desborda en total apertura a la verdadera salvación. El final del relato no tiene desperdicio: “He venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”. ¿Cuándo nos meteremos esto en la cabeza? Jesús no tiene nada que hacer con los perfectos. Sólo los que se sienten perdidos, podrán ser encontrados por él. Esto no quiere decir que Jesús tenga la intención de restringir su misión. Lo que deja bien manifiesto es que todos fallamos y todos necesitamos ser recuperados. Claro que sólo el que tiene conciencia de estar enfermo estará dispuesto a buscar un médico.




Para meditar en este día




“El hijo de Hombre ha venido a salvar lo que estaba perdido”.
Solo lo que está perdido, necesita ser buscado.
Solo el que se siente enfermo irá a buscar al médico.
Solo si te sientes extraviado te dejarás encontrar por él.

No se trata de fomentar los sentimientos de culpabilidad.
Tampoco de sentirse “indigno pecador”.
Se trata de tomar conciencia de la dificultad del camino
Y sentir la necesidad de ayuda para alcanzar la meta.

Se trata de sentir la ayuda de Dios desde lo hondo de mi ser.
Pero también de buscar y aceptar la ayuda de los demás,
que van un poco por delante y saben por donde debo caminar.
Si me empeño en caminar en solitario, me perderé en el camino.