San Juan María Vianney

En este día la iglesia celebra la fiesta del Santo Cura de Ars, San Juan María Vianney. En él se hace realidad la misericordia de Dios y la elección de los humildes y sencillos por su parte. A él le gustaba decir, refiriéndose a Jesús: "Mírale, Él está ahí, en el sacramento de su amor. Adórale solo a Él. Él está ahí día y noche, esperando que vayamos a su encuentro". Ojalá que miremos mucho al Señor y lo adoremos, con lo mejor de nosotros.

La Virgen, nuestra mejor intercesora


En esta imagen tan bonita de la Virgen, podemos ver al niño Jesús en sus brazos. Él duerme, está tranquilo, porque reposa en brazos de la Madre. Así es como todos nos sentimos cuando alguien vela por nosotros, intercede, nos ayuda y en todo se muestra cariñoso con nosotros. María es nuestra Madre y abogada, también nuestra intercesora y amiga, modelo de fidelidad y escucha a Dios. Que Ella nos proteja y guíe en el camino de la vida, y siempre nos tenga entre sus brazos, como a su Hijo Jesús.

Ignacio de Loyola

Celebramos hoy a San Ignacio de Loyola, quien fundó la Congregación de la Compañía de Jesús. Un gran santo, sin ninguna duda, y con gran repercusión en nuestra iglesia. 
 
 Una anécdota reflejará su entereza ascética y su imitación del Señor en busca de la oveja perdida. La dicta él mismo: "El español en cuya compañía había estado al principio y le había gastado los dineros, todo el dinero de limosna que había recogido para poder estudiar un curso entero, sin se los pagar se partió para España por vía de Ruán; y estando esperando pasaje en Ruán, cayó malo. Y estando así enfermo, lo supo el peregrino por una carta suya, y viniéronle deseos de irle a visitar y ayudar; pensando también que en aquella conjunción le podría ganar para que, dejado el mundo, se entregase del todo al servicio de Dios. Y para poder conseguirlo, le venía deseo de andar aquellas 28 leguas que hay de París a Ruán a pie, descalzo, sin comer ni beber; y haciendo oración sobre esto, se sentía muy temeroso. Al fin fue a Santo Domingo, y allí se resolvió a andar al modo dicho, habiendo ya pasado aquel grande temor que sentía de tentar a Dios. Al día siguiente por la mañana, en que debía partir, se levantó de madrugada, y al comenzar a vestirse le vino un temor tan grande, que casi le parecía que no podía vestirse. A pesar de aquella repugnancia salió de casa, y aun de la ciudad, antes que entrase el día. Con todo, el temor le duraba siempre y le siguió hasta Argenteuil, que es un pueblo distante tres leguas de París en dirección a Ruán, donde se dice que se conserva la vestidura de Nuestro Señor. Pasado aquel pueblo con este apuro espiritual, subiendo a un altozano, le comenzó a dejar aquella cosa y le vino una gran consolación y esfuerzo espiritual, con tanta alegría, que empezó a gritar por aquellos campos y hablar con Dios. Y se albergó aquella noche con un pobre mendigo en un hospital, habiendo caminado aquel día 14 leguas. Al día siguiente fue a recogerse en un pajar, y al tercer día llegó a Ruán...". 

 

A él le gustaba decir esa frase que resume toda su vida: "En todo amar y servir". Que San Ignacio interceda por nosotros. 

Dios nos ayuda

Dios nos ayuda, claro que sí, pero es también importante nuestra disposición. Que Él nos permita dar pasos adelante. María, su Madre y Madre nuestra intercede por nosotros.