María Inmaculada

Celebramos hoy el día de la Inmaculada Concepción, una solemnidad muy importante para toda la Iglesia, que en el tiempo de Adviento nos permite mirar a María con ojos de hijos. Ella está encinta, espera al Mesías, a aquel anunciado por el ángel y que en breve va a ver la luz. Nosotros en estos día, junto con Ella, no nos cansamos de decir: "Ven, Señor Jesús, ven a nuestras vidas; ven por María, y llena nuestros corazones de tu paz, de tu luz, de tu alegría. Disipa nuestras tinieblas y miedos, entra hasta lo más profundo de nuestras entrañas y sácianos de tu misericordia, de modo que nuestra vida sea alegría y júbilo". 

 

En este día, miremos mucho a María, y dejemos que Ella coja nuestra mano, y muy deprisita nos lleve hasta su Hijo Jesús. A partir de hoy los belenes comienzan a inaugurarse, y las calles comienzan a vestirse de gala. Hagámoslo verdaderamente, y sobre todo adornemos el corazón. 

Virgen Inmaculada, Madre de Jesús y Madre nuestra, ruega por nosotros.

En la primera semana de Adviento

Estamos ya de lleno en el tiempo de Adviento, esos días marcados por la preparación y la espera del niño Dios. El Señor se acerca, y espera de nosotros una respuesta. Quiere nacer en nuestro corazón y llenarnos de sus mejores bendiciones. ¿Qué respuesta voy a darle? ¿Voy a dejar que pase de largo? Ojalá qué no sea de aquellos posaderos insensibles que no dejaron a Jesús nacer dentro de sus hogares. Seamos buenos posaderos, acogedores del Mesías que se acerca y que quiere darnos su paz y su alegría, las que brotan del mismo Dios. Feliz y santo Adviento para todos, lleno de esperanza y buena preparación a la venida del niño Dios. 

Primer Domingo de Adviento

 Estamos ya en el primer domingo de Adviento, una jornada en la que se nos invita a estar vigilantes y alzar nuestra cabeza, pues se acerca nuestra liberación. Ojalá el Evangelio propuesto para este día, nos ayude en nuestra oración.

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: «Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación. »Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre».