"Haz de mí un instrumento de tu paz"

Hoy, celebrando la memoria de San Francisco de Asís, recemos con la oración tan famosa que él compuso, dirigida a nuestro buen Dios: 

"Nunca serviré a quien pueda morir"

La memoria que la Iglesia nos invita a celebrar hoy, San Francisco de Borja, nos anima a mirar al cielo, a la vez que pisamos la tierra. Es de todos conocida la anécdota que se cuenta de la vida de este santo. La reproduzco aquí, de manera que, recordándola, tomemos la misma determinación que él tomó: 

El mismo año que fue nombrado Virrey de Cataluña, Francisco recibió la misión de conducir a la sepultura real de Granada los restos mortales de la emperatriz Isabel. Él la había visto muchas veces rodeada de aduladores y de todas las riquezas de la corte. Al abrir el ataúd para reconocer el cuerpo, la cara de la difunta estaba ya en proceso de descomposición. Francisco entonces tomó su famosa resolución: « ¡no servir nunca más a un señor que pudiese morir!"». Comprendió profundamente la caducidad de la vida terrena. 
 


Que nosotros también podamos darnos cuenta de que somos peregrinos en el camino de la vida, y que servir a Dios es lo mejor que podemos hacer, porque Él no muere, no pasa, permanece. 

Los ángeles custodios, aliados de Dios

Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, no me dejes solo que me perdería. Seguro que todos recordamos esta sencilla oración dirigida al ángel de la guarda o también llamado nuestro ángel custodio. Es precisamente la fiesta que celebramos hoy, los ángeles custodios, que nos invita a sentirnos acompañados y protegidos diaria y continuamente.

  
¿Acaso hay mejor compañia y protección que la de un ángel, aliado de Dios, que vela por nosotros noche y día? ¡Qué importante será descubrir esta presencia continua de Dios en nuestra vida, y más importante aún dirigirnos a los ángeles como aquellos seres que son amigos del Señor y velan por nosotros!

 

Ojalá que en este día no dejemos de implorar el auxilio y protección de los "aliados de Dios", y podamos, de esta manera, caminar en novedad de vida, protegidos, alentados y siempre animados por la presencia real de Jesús en nosotros.

El camino de la infancia espiritual

Hoy celebramos a Santa Teresa de Lisieux, también conocida como Teresita del niño Jesús. Una santa que murió muy joven, con tan solo 24 años de edad, pero que supo llegar hasta la profundidad de la vida cristiana. Ella descubrió que en el corazón de la Iglesia no se la pedía otra cosa que ser el amor, es decir, signo del amor de Dios para todos los que encontraba en el camino. Su camino de infancia espiritual nos anima a ser como niños ante nuestro Dios, que lo esperan todo de su misericordia, y que no pretenden otra cosa que agradarle en todo. 



"Lo que agrada a Dios de mi pequeña alma es que ame mi pequeñez y mi pobreza", la gustaba decir, y es que reconociéndonos débiles e indefensos ante Dios es como Él puede actuar en nosotros y llevarnos a la perfección. 


Supliquemos la intercesión de Teresita, y demos gracias a Dios por su vida. Ella es patrona de las misiones, sin salir de un convento, pero es que allí estaba su misión, su única misión, su auténtica misión: ser el Amor. 

San Jerónimo y la palabra de Dios

San Jerónimo, santo de la Iglesia a quien hoy celebramos, es famoso por una frase: "Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo", y no está de más que hoy recordemos estas palabras de san Jerónimo, que nos ayudan a disponer nuestro corazón y nuestros oídos para poder escuchar la palabra de Dios y hacerla fructificar dentro de nosotros. 

 

Cada día, en la celebración de la Eucaristía, el Señor nos regala su palabra, y nos transmite un mensaje de esperanza y de conversión, pero en la mayoria de los casos, esta palabra nos hace permanecer igual, en la situación en la que nos encontramos, sin que nos animemos a caminar por sendas de conversión. 

Hoy, contando con la intercesión de san Jerónimo, será buen día para agradecer al Señor que cada día nos ofrezca su palabra, y para pedirle que nuestros oídos y nuestro corazón estén siempre dispuestos a escucharla y a ponerla por obra.