Venida inminente del Espíritu

Esta noche, a las 21:30 horas, se celebrará la vigilia de Pentecostés en la Catedral de Valladolid. Seguramente que en otros muchos lugares también tenga lugar esta vigilia.


Acudamos a ella, e invoquemos ya la venida inminente del Espíritu, para que nos conforte y ayude, para que nos reparta sus siete dones, y para que verdaderamente él sea quien nos lo enseñe todo y nos guíe a la verdad plena.


Hagamos todo ello a través de nuestra oración y con nuestras obras. Si realmente el espíritu está en nosotros, nuestra vida se transforma y cambia. Que se note que somos cristianos.

Buen sábado a todos y buena venida del Santo Espíritu.

Ven, Espíritu Santo: ven por María



Seguimos preparándonos para recibir al Espíritu Santo, ya cercana la fiesta de Pentecostés.


Invoquemos con fuerza al Espíritu, y hagámoslo de la mano de María, quien también está presente como miembro activo en la primitiva comunidad de Jerusalén. Ella fue quien concibió al Señor por obra de su santo Espíritu, y quien tuvo una relación muy estrecha con el Padre, el Hijo y el Espíritu.


María, intercede por nosotros, ruega al Padre que envíe su santo Espíritu, que nos haga dóciles a sus inspiraciones y nos lleve a la verdad plena y nos haga testigos del Resucitado allí donde nos encontremos.


En este día y mañana sábado, también podemos acudir en Valladolid al encuentro de Corales a Tempo, en el convento de las Huelgas Reales.

San Efrén, diácono

Celebramos hoy a San Efrén, doctor de la Iglesia y diácono de Siria. Es un personaje poco conocido, pero del que podemos aprender mucho. Encomendémonos a él en este día, y pidamos al Señor que seamos verdaderos diáconos, es decir, servidores de su Evangelio. He aquí algunas de sus últimas palabras, que nos muestran cómo era este santo:


"No me embalsaméis con aromáticas especies, porque no son honras para mí. Tampoco uséis incienso ni perfumes; el honor no me corresponde a mí. Quemad el incienso ante el altar santo: A mí, dadme sólo el murmullo de las preces. Dad vuestro incienso a Dios, y a mí cantadme himnos. En vez de perfumes y de especias, dadme un recuerdo en vuestras oraciones . . . Mi fin ha sido decretado y no puedo quedarme. Dadme provisiones para mi larga jornada: vuestras plegarias, vuestros salmos y sacrificios. Contad hasta completar los treinta días y entonces, hermanos haced recuerdo de mí, ya que, en verdad, no hay más auxilio para el muerto sino el de los sacrificios que le ofrecen los vivos".

Ven, Espíritu: ven por María



Seguimos avanzando en esta semana, y pronto celebraremos la fiesta de Pentecostés, la venida del Santo Espíritu. Pidamos intensamente su venida a través de la Virgen María. En los Hechos de los Apóstoles se nos dice que Ella estaba allí presente, junto con los Doce, invocando y esperando la venida del Espíritu que el Hijo había prometido tantas veces.



Oh María, intercede por nosotros, ruega al Padre que nos envíe su santo Espíritu para que nos ayude en nuestros trabajos, sea tregua en medio de la tarea, dome el espíritu indómito y ponga fuego en nuestro corazón. Que realmente se cumpla en nosotros lo que el santo Espíritu hizo en los apóstoles: hacerles testigos auténticos del resucitado.

Por ellos te ruego y por ellos me entrego

En la liturgia de hoy se nos presenta un trozo del capítulo 17 de San Juan, que es conocido como la oración sacerdotal de Jesús. En esta oración Jesús tiene dos actitudes sacerdotales: la entrega y la intercesión. "Por ellos me consagro y pr ellos te ruego".




Será bueno que en este día meditemos en estas dos actitudes de Jesús, y las hagamos nuestras. Seamos otros Cristos para los que tenemos al lado, oremos por los que necesitan nuestra oración y entreguemos la vida en los pequeños actos de caridad cotidianos.


Mientras, continuemos esperando y ansiando al Espíritu Santo, que en este fin de semana llegará a nosotros en la fiesta de Pentecostés.



Padre, llegó la hora, glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te glorifique, según el poder que le diste sobre toda carne, para que a todos los que Tú le diste les dé Él la vida eterna. Esta es la vida eterna, que te conozcan a Ti, único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, Ilevando al cabo la obra que me encomendaste. Y ahora Tú, Padre, glorifícame cerca de Ti mismo con la gloria que tuve, cerca de Ti, antes que el mundo existiese.

He manifestado tu nombre a los hombres que me has dado de este mundo. Tuyos eran, y Tú me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora saben que todo cuanto me diste viene de Ti; porque yo les he comunicado las palabras que Tú me diste, y ellos las recibieron, y conocieron verdaderamente que yo salí deTi, y creyeron que Tú me has enviado.

Yo ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que Tú me diste; porque son tuyos, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío, y yo he sido glorificado en ellos. Y yo ya no estoy en el mundo; pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a Ti.

En la espera del Espíritu



Comienza la cuenta atrás en la espera del Espíritu Santo. El domingo que viene se celebra en toda la iglesia la fiesta de Pentecostés, y por ello en estos días será muy importante que pidamos al Señor su santo Espíritu.


En el evangelio de Juan aparece muchas veces la promesa de Jesús de enviarnos un "Paráclito", un defensor, un consolador, que "será quien nos lo enseñe todo y nos llevará a la verdad plena".


No nos cansemos de repetir en estos días esta expresión: "Ven, oh Santo Espíritu, ven y lléname, ven con tu poder, reparte tus siete dones, levanta mi ánimo, enciende mi corazón, hazme dócil a la voluntad del Padre, ven, oh Santo Espíritu".

Ascensión del Señor



Hoy celebramos el día de la Ascensión del Señor. Ya al final de la Pascua, el Señor asciende al cielo, es exaltado junto con el Padre, para bendecirnos desde el cielo y estar para siempre con nosotros. Alegrémonos por este día, pidamos por todos los niños que en este día recibirán la primera comunión y ansiemos el Encuentro con Cristo en la Eucaristía en este domingo.


Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado.
Al verlo, se postraron delante de el; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra.
Id, y haced que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo os he mandado. Y yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo".