Año jubilar teresiano

Que, como Teresa de Jesús, repitamos muchas veces esa frase: "Solo Dios basta". Con Él todo lo podemos; de Él todo lo esperamos. 

Caminantes en la noche, en Radio María

En la madrugada del 13 de octubre, a la 1, te esperamos en Radio María. Un programa con un nuevo formato para este próximo curso 2014 - 2015. No te lo pierdas. 

Radio María, la fuerza de la esperanza

La Virgen del Rosario

La Virgen del Rosario, cuya memoria celebramos hoy en toda la Iglesia, nos invita a acoger en nuestra vida como oración diaria el santo Rosario. Se trata de una oración predilecta de María; un baluarte y un arma poderosa en la necesaria intercesión de unos para con otros. 


Con el Rosario, miramos la vida de Jesús con los ojos de la Madre, y nos hacemos uno con quien es Madre de Jesús y Madre nuestra. 

Hoy es un buen día para dar gracias a la Virgen María por el regalo del Rosario. No es una oración pasada de moda; tampoco una repetición mecánica de oraciones, sino que detrás del Rosario está la meditación de la vida de Jesús desde su infancia hasta su resurrección y ascensión al cielo, y todo, de la mano de María, que guardaba todo en su corazón. 

¡Feliz día, Virgen del Rosario! Que no nos cansemos de piropearte con esta preciosa oración que es tu santo Rosario. 

Teresa de Lisieux y "sus manos vacías"

Hoy, día 1 de octubre, celebramos a Teresita de Lisieux, monja carmelita que murió con tan solo 24 años, pero que queriendo ser "pequeña" se convirtió en una de las grandes, y por eso la Iglesia la recuerda de manera especial al comenzar el mes de octubre, y la proclamó patrona de las misiones. Pronto celebraremos la Jornada Mundial de las Misiones, el domingo del DOMUND, y una vez más recordaremos a Teresita, que con su camino de infancia espiritual nos enseña a todos a buscar la sencillez y la humildad. 


Ella descubrió, como nadie, que en la Iglesia tenía que ser el Amor, reflejo del Amor de Dios para los demás. Así lo expresó con esas bellas palabras: "En el corazón de la Iglesia, mi madre, yo seré el Amor". La gustaba cultivar la actitud de las manos vacías, con la que nos invita a entregar al Señor nuestras manos vacías para que Él las llene de su amor y su misericordia. 


En este día, encomendémonos a su intercesión. Que ella interceda por nosotros para que, en medio del mundo y dentro de la Iglesia, busquemos ser fiel reflejo del amor de Dios para todos los que encontremos en el camino. 

Teresa de Lisieux, ruega por nosotros. 

Domingo XXVI Tiempo Ordinario

Después de un tiempo sin actualizar este blog, volvemos a retomar nuestra página, con la intención de actualizarla diariamente. Queremos seguir siendo ese grito, en medio de internet, que anime a todos los que nos visiten, a amar al mismo Jesucristo. Precisamente eses es el titulo de este blog: "Venid, almas, amad al amor". Un grito que hacía suyo Santa María Magdalena de Pazzi, monja carmelita, cuyo cuerpo incorrupto reposa en el Carmelo de la ciudad italiana de Florencia. 

En este domingo, XXVI del tiempo ordinario, queremos decir a Jesús que queremos trabajar en su viña. Queremos decirle que sí e ir a trabajar en su viña y animar a otros muchos a que también vayan a trabajar a su viña. 


Que en la Eucaristía de este domingo participemos con fervor y entusiasmo y podamos, de esta manera, rendir culto y homenaje a quien nunca se cansa de contar con nosotros para trabajar en su viña. 


Recuerda: Nunca es tarde para decir que sí a quien cada día quiere contar contigo para trabajar por un mundo mejor. 

FELIZ DOMINGO

En Camino hacia la Cuaresma

Acaba el mes de febrero, y pronto comenzaremos un nuevo tiempo fuerte: la Cuaresma. Muchas serán las claves que en los próximos días se nos darán para vivir adecuadamente este tiempo; muchos textos de la Escritura resonarán en nuestro corazón invitándonos a la conversión del corazón y a transformar nuestras acciones... Lo importante será, ya desde estos días previos, cultivar en cada uno de nosotros el deseo de convertirnos y volvernos cada día más al Señor. Desear es el primer paso. Pasar a la acción es lo segundo. 

Que al acabar febrero y comenzar marzo nos demos cuenta de la fugacidad de la vida y apostemos, de una vez por todas, por trabajar la conversión a la que todos estamos llamados. 

Nuestra Señora de Lourdes

Hoy, 11 de febrero, celebramos la fiesta de la Virgen de Lourdes. Un buen día para mirar a nuestra Madre y darle las gracias por esas 18 apariciones a Bernardita en aquel pueblecito francés con el que quiso dirigir un mensaje de penitencia y de esperanza para toda la humanidad. 


Hoy también hace un año que Benedicto XVI renunció a su pontificado. Fue una noticia que conmocionó al mundo entero y que sorprendió a todos los católicos y no católicos. Un gesto valiente y humilde; un gesto único e histórico; una actitud como pocas se han visto y veremos a lo largo de la historia. 


Dos acontecimientos que nos invitan a la acción de gracias y que no cesan de llamarnos a la conversión de nuestro corazón. Que María interceda por el Papa Benedicto, ya retirado, y por el Papa Francisco. Que María, Virgen de Lourdes, cuide de los enfermos en una jornada como la de hoy, en el que recordamos a los enfermos de manera especial. 

Virgen de Lourdes, santa Bernardita: rogad por nosotros. 

"El cielo en la tierra"

Dios es luz. Todas las criaturas o se limitan a reflejar esa luz divina o participan de ella de diversos modos. Las estrellas tienen luz propia. Los planetas reflejan una luz ajena. La del sol alrededor del cual orbitan. Por mucha luz que tengan, todas las estrellas son criaturas de Dios. Es Dios quien las ha puesto allí y las ha nombrado. Es más, al nombrarlas les ha dado la existencia, porque así es la palabra de Dios, eficaz y creadora. Los antiguos andaban un tanto descaminados cuando concedían a las estrellas propiedades y atributos divinos. Es lógico que divinizaran esas criaturas celestes. 

Cuando vemos la luz de los astros, comenzando por el más cercano al que llamamos sol, nos llenamos de contento. La luz es símbolo de alegría y de felicidad. El cielo se refleja en las aguas y parece que lo tocamos con la mano. El cielo en la tierra. Esos reflejos nos hablan del cielo y nos dicen que es nuestro, que nos pertenece; se nos ofrece en la belleza y el anhelo nace y crece en nuestro corazón. Esta mañana se me ha ocurrido pensar que realmente es así. Desde que Jesucristo instituyó la Eucaristía y quiso quedarse en los sagrarios del mundo, el cielo está en la tierra. Sería maravilloso poder contemplar desde las alturas el mapa que dibujan el manto de nuestro planeta los centenares de millares de sagrarios que contienen a nuestro señor sacramentado, las especies eucarísticas en las que él está realmente presente, con su cuerpo, con su sangre, con su humanidad. Él que es el Sol de soles, reproduce con su presencia misteriosa el firmamento en nuestra tierra. 

 Esa presencia es la que nos da a nosotros la vida. El cielo está en la tierra y sólo mediante la fe podemos intuir cómo será la maravilla de esta tierra nuestra contemplada desde el cielo.

Elogio a los sacerdotes

En agradecimiento a todos los sacerdotes que he conocido, anónimos en sus parroquias, en mi rodar por lugares muy distintos el mundo. Quiero dedicarles estas líneas de elogio en estos momentos en que parece que está de moda atacar a la Iglesia y a sus sacerdotes. Quiero resumir algunas de las ideas y mensajes que aprendía de los sacerdotes que me han servido de enriquecimiento para la vida. Desde el nacimiento de la Iglesia se han cumplido las palabras de Jesucristo anunciando que sería perseguida como Él mismo lo fue. 


La expansión inicial de la naciente Iglesia fue fruto de la diáspora obligada por la persecución a los cristianos, dentro de Israel, capitaneada por el propio Saulo. El mismo Saulo, ya convertido, sufre en su propia vida una continua persecución, principalmente dirigida por los mismos judíos que va encontrando en su incansable recorrido en torno al Mediterráneo. La semilla de los cristianos crece de manera increíble dentro de la cultura romana con sus propios dioses como religión oficial y obligatoria. En esos primeros siglos la joven Iglesia tiene que emplear todo su vigor para definir y defender la doctrina de las herejías surgidas en el seno del cristianismo y, al mismo tiempo defenderse, con poco éxito, frente a las persecuciones a muerte de los distintos emperadores romanos. El apoyo oficial del Emperador Constantino al cristianismo no fue un regalo sino una conquista alcanzada gracias al esfuerzo de los cristianos durante cuatro siglos, hasta conseguir implantarse en todos los estratos sociales de la cultura romana. Aunque la Iglesia como Institución ya había probado su madurez, se puede decir que la declaración de paz de Constantino es el inicio del reconocimiento público que se hace oficial con los siguientes emperadores. Pues bien, tampoco desde entonces, a lo largo de los dieciséis siglos posteriores, el catolicismo ha tenido un momento de paz. Por unos motivos u otros, de una forma u otra, la Iglesia ha padecido un constante ataque y, en muchas épocas, lo que podríamos llamar una verdadera guerra sucia. Parece como si los enemigos de la Iglesia disfrutasen aireando, cacareando, magnificando y tergiversando las debilidades de los cristianos. Estos enemigos, también, se han encargado de inventar una leyenda negra con la historia de la Iglesia y de dar a esa leyenda el máximo apoyo y difusión. Precisamente una de las pruebas de la origen divino de la Iglesia es la supervivencia en medio de todos esos avatares; es la única institución de la humanidad que se mantiene viva y activa durante veinte siglos, aparte de la familia y el matrimonio. Solamente una institución de origen y destino divino puede asegurar esa permanencia en el tiempo. 


Los protagonistas de esta supervivencia de la Iglesia Católica han sido, guiados por el Espíritu Santo, las cabezas de su jerarquía y la gran masa del pueblo llano, el fiel católico de a pie. Pero, hay otros actores silenciosos de esta efervescente historia eclesiástica que son los sacerdotes. A ellos quiero dedicar unas páginas de agradecimiento, reconocimiento y elogio; por su labor discreta, callada y eficaz en este devenir de la historia del pueblo de Dios. El sacerdote, el cura de parroquia, es una pieza clave para el enriquecimiento espiritual de los fieles y, por tanto, para el alma de la sociedad. A lo largo de mi vida profesional me ha tocado viajar a muchos países de Europa y América Latina, a veces, permaneciendo bastante tiempo en diferentes ciudades. Siento un gran agradecimiento por los santos e instituciones que han reformado y enriquecido la Iglesia pero, además tengo un gran agradecimiento por todos esos diferentes sacerdotes anónimos que me ha tocado conocer y que, cada uno a su manera, me ha ayudado en mi ajetreada vida trashumante, de cada uno he aprendido lecciones útiles para la vida.

Buscar... para encontrarte, Señor

A veces no soy consciente de que estoy permanentemente en búsqueda y que, posiblemente, esto sea así hasta mi muerte. No puede ser de otra manera por mucho que a veces viva como si ya lo hubiera encontrado todo.

¿Por qué a veces tengo la sensación, la tenemos muchos, de que estar buscando es algo malo? Al menos… no deseable, digámoslo así. Es como si los “buenos”, los “listos”, los “elegidos”, los “santos”, los “líderes”, los “profetas”, los “guías”, etc. sólo pudieran ser aquellos que ya han encontrado todo lo que se supone que debían encontrar. ¿No tienes esa sensación a veces? Y muchas veces me descubro, complacido, de que yo soy de este selecto grupo: descubrí a la iglesia y a Jesús desde la más tierna infancia, descubrí mi vocación de educador, descubrí mi lugar en la Iglesia estando en la Escuela Pía, encontré a mi mujer, a mis hijos, una comunidad y un trabajo que me permite subsistir… ¡No tengo nada que buscar! ¿O sí? Jesús fue muy certero en su pregunta. Al ver a aquellos dos que le seguían, les podía haber preguntado mil cosas: “¿Por qué me seguís? ¿Necesitáis algo? ¿Quiénes sois? …” Pero la pregunta fue otra. ¿Por qué? ¿Se puede ser creyente y no buscar absolutamente nada? ¿Se puede seguir a Jesús estando saciado, acomodado, seguro, satisfecho? ¿Es esto posible? 

Maestro, Señor Jesús… yo busco paz. Paz conmigo. Busco alejarme de aquello que me persigue y me distrae. Busco en Ti respuestas a mis preguntas. Busco calma ante el torbellino que me provoca tu mirada fija. Busco calmar mis miedos. Busco la felicidad, la mía y la de los míos. Busco un mundo mejor. Y tantas cosas que ni siquiera soy consciente de estarlas buscando… 


Busco tu casa para quedarme a vivir en ella.

Santísimo nombre de Jesús

Hoy, 3 de enero, después de comenzar con fuerza y corazón agradecido el año 2014, la Iglesia nos invita a celebrar el Santísimo Nombre de Jesús, y celebrando su santo nombre, implorar de Él su misericordia y su amor para todos los días de este nuevo año. Jesús es aquel que recibió del Padre "el nombre sobre todo nombre", y ante Él estamos llamados a doblar la rodilla, para profesar nuestra adoración y nuestra reverencia. 

Ojalá que hoy repitamos, incesantemente, el nombre de Jesús, al ritmo de los latidos de nuestro propio corazón, para que de este modo, Jesús marque nuestro ritmo, el ritmo de nuestra vida y de nuestras palabras.