Preparando el Corpus



El mes de junio va llegando a su fin, y no hemos de olvidarnos que está dedicado al Corazón de Jesús, fiesta que celebraremos, en este año, el primer día del mes de julio. Mañana, no obstante, celebraremos una fiesta grande en la iglesia: El Corpus Christi.


Mañana es un dia para reparar, para pasar largos ratos ante Jesús Eucaristía, para procesionar por las calles el Santísimo Cuerpo de Jesús, y sobre todo para darle muchas gracias por haberse querido quedar con nosotros en ese trozo de pan.



Acompañemos a Jesús, no lo dejemos solo. Que jamás haya sagrarios abandonados, porque ahí está Jesús, vivo, presente para nosotros.

El precursor de Jesús



Hoy celebramos en toda la iglesia la solemnidad de San Juan Bautista, aquel que es conocido por dos cosas: por bautizar a Jesús en el río Jordán y por ser el precursor del Mesías.



Él fue quien predicaba en el desierto: "Allanad los senderos, preparad un camino bien dispuesto al Señor". Ni siquiera se creía digno de desatar al Mesías ni la correa de sus sandalias.


Hacen falta muchos como Juan, que sean resplandores de la presencia del resucitado, que anuncien, que proclamen, que sean precursores y lleven a muchos al Señor.


Pidamos todo esto hoy a San Juan Bautista, que el Señor envíe trabajadores a su mies, para que el desierto se tranforme en un campo bien abonado y fructífero para Dios.



Juan Bautista: pídele a Jesús que nos envíe muchos profetas y santos como tú.


Caminando como precursores

En este día del mes de junio, cercana la fiesta de San Juan Bautista, aquel que fue precursor de Jesús, podemos pedir al Señor la gracia de la humildad y la sencillez. Ojalá seamos otros "Juanes" que seamos indicadores, instrumentos al servicio del encuentro de otros con el Seños. Ojalá que nunca nos creamos que somos luz, sino instrumentos al servicio de la Luz, que es Jesús.


María supo vivirlo muy bien, y a Ella podemos pedírselo, para que siempre interceda por nosotros.

San Luis Gonzaga



Celebramos en este día, 21 de junio, la memoria de San Luis Gonzaga. Encomendémonos a él, he aquí alguna anécdota de los últimos días de su vida.


Luis, viendo que su fin se acercaba, escribió a su madre: «Alegraos, Dios me llama después de tan breve lucha. No lloréis como muerto al que vivirá en la vida del mismo Dios. Pronto nos reuniremos para cantar las eternas misericordias.» En sus últimos momentos no pudo apartar su mirada de un pequeño crucifijo colgado ante su cama.

En todas las ocasiones que le fue posible, se levantaba del lecho, por la noche, para adorar al crucifijo, para besar una tras otra, las imágenes sagradas que guardaba en su habitación y para orar, hincado en el estrecho espacio entre la cama y la pared. Con mucha humildad pero con tono ansioso, preguntaba a su confesor, San Roberto Belarmino, si creía que algún hombre pudiese volar directamente, a la presencia de Dios, sin pasar por el purgatorio. San Roberto le respondía afirmativamente y, como conocía bien el alma de Luis, le alentaba a tener esperanzas de que se le concediera esa gracia.

En una de aquellas ocasiones, el joven cayó en un arrobamiento que se prolongó durante toda la noche, y fue entonces cuando se le reveló que habría de morir en la octava del Corpus Christi. Durante todos los días siguientes, recitó el "Te Deum" como acción de gracias.

Luis afirmaba que iba a morir antes de que despuntara el alba del día siguiente y recibió de nuevo el viático. Al padre provincial, que llegó a visitarle, le dijo:

-¡Ya nos vamos, padre; ya nos vamos ...!
-¿A dónde, Luis?
-¡Al Cielo!
Al caer la tarde, se diagnóstico que el peligro de muerte no era inminente y se mandó a descansar a todos los que le velaban, con excepción de dos. A instancias de Luis, el padre Belarmino rezó las oraciones para la muerte, antes de retirarse. El enfermo quedó inmóvil en su lecho y sólo en ocasiones murmuraba: "En Tus manos, Señor. . ."

Entre las diez y las once de aquella noche se produjo un cambio en su estado y fue evidente que el fin se acercaba. Con los ojos clavados en el crucifijo y el nombre de Jesús en sus labios, expiró alrededor de la medianoche, entre el 20 y el 21 de junio de 1591, al llegar a la edad de veintitrés años y ocho meses.

Corazón de Cristo

El mes de junio sigue avanzando, y no se nos puede olvidar que es un mes dedicado de manera especial al Corazón de Cristo. Metámonos muy dentro de su corazón y hagamos de nuestra vida una alabanza constante a Jesucristo. Que así sea.

Dios uno y trino



Celebramos hoy el domingo de la Santísima Trinidad, una fiesta propiamente cristiana, pues nuestro Dios no es un Dios solitario, sino un Dios comunión: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esto tiene muchas consecuencias para nuestra vida, y hemos de profundizar cada vez más en este gran misterio de nuestra fe.


Tres divinas personas que se aman desde toda la eternidad. El Padre, que engendra al Hijo, y el Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo. Una sola naturaleza divina y tres divinas personas, que no son tres dioses sino un solo Dios. Iguales en todo, en la divinidad, en la gloria, en la majestad.


Como es el Padre así es el Hijo y así el Espíritu Santo: increado, inmenso, eterno, omnipotente. En la Santísima Trinidad nada es anterior o posterior, nada mayor o menor, sino que las tres personas son coeternas entre sí e iguales.

Ante este profundo misterio de amor que eres Tú, mi Dios Uno y Trino, sólo me queda postrarme por tierra, en actitud de honda adoración.