Día de Santa Águeda


Santa Águeda de Catania fue una virgen y mártir según la tradición cristiana. Su festividad se celebra en este día, 5 de febrero.

Rechazado por la joven que ya se había comprometido con Jesucristo, el Senador Quintianus intentó con ayuda de una mala mujer, Afrodisia, convencer a la joven Águeda, pero ésta no cedió.

El Senador en venganza por no conseguir sus placeres la envía a un lupanar, donde milagrosamente conserva su virginidad. Aún más enfurecido, ordenó que torturaran a la joven y que le cortarán los senos. La respuesta de la que posteriormente sería Santa fue: "Cruel tirano, ¿no te da vergüenza torturar en una mujer el mismo seno con el que de niño te alimentaste?". Aunque en una visión vio a San Pedro y este curó sus heridas, siguió siendo torturada y fue arrojada sobre carbones al rojo vivo y revolcada en la ciudad de Catania, Sicilia (Italia). Además se dice que lanzó un gran grito de alegría al expirar, dando gracias a Dios.

Según cuentan el volcán Etna hizo erupción un año después de la muerte de la Santa en el 250 y los pobladores de Catania pidieron su intervención logrando detener la lava a las puertas de la ciudad. Desde entonces es patrona de Catania y de toda Sicilia y de los alrededores del volcán e invocada para prevenir los daños del fuego, rayos y volcanes. También se recurre a ella con los males de los pechos, partos difíciles y problemas con la lactancia. En general se la considera protectora de las mujeres. En el País Vasco se le atribuye una faceta sanadora.

Es la patrona de las enfermeras y fue meritoria de la palma del martirio con la que se suele representar.




Señor mío y Dios mío


He aquí una bonita oración que seguro muchos de nosotros aprendimos de pequeños, en la catequesis de Primera Comunión. Puede ser una buena oración para cada día. En ella pedimos perdón a Dios por todas nuestras faltas, y le reconocemos como Señor y Creador de todo, a la vez que nos proponemos trabajar, para no volver a ofenderle. Que el Señor nos ayude, recitemos esta oración varias veces al día, y ojalá que así, poco a poco, se vaya forjando en nosotros un corazón contrito y humillado, para que el Señor no lo desprecie.


"Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío;

por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y
porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.

Ayudado de Vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar,
confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén".

Las Candelas


Celebramos, en este día 2 de febrero, la fiesta de la Presentación del Señor, o también conocida como la fiesta de "las Candelas". He aquí el evangelio de este día, que nos ayude a meditar en lo que celebramos. Presentémonos hoy también nosotros ante Dios y ante su Madre, para que ellos nos acojan e intercedan por nosotros.


Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor" y para ofrecer en sacrificio "un par de tórtolas o dos pichones", conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.»

Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción - ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.»

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de
Jerusalén.

Simeón, al ver a María y a José con el Niño Jesús, conoció por una revelación divina que era Cristo. Tomó entonces al Niño en sus brazos y bendijo a Dios y exclamó:
Ahora puedes dejar morir en paz, Señor, a tu siervo, porque han visto mis ojos a tu Salvador, luz para las naciones y gloria de Israel. María y José admiraban sus palabras.
Y vuelto a María le anunció: Este ha sido puesto para ruina y para resurrección de muchos; y como una señal de contradicción; y una espada atravesará tu alma.

Febrero, nueva oportunidad de santificarse


Comenzamos el mes de febrero, el mes más corto del año, pero no por eso hemos de vivirlo con menor intensidad. Es una nueva oportunidad que el Señor nos pone por delante, una manera nueva de santificarnos, de poner la otra mejilla, de caminar al lado de aquel que nos lo pide o lo necesita... Que el Señor nos bendiga durante este mes, y que bendiga a los enfermos, a los necesitados de misericordia.


Ofrezcamos hoy actos concretos por los enfermos de cuerpo y espíritu, por los que necesitan la misericordia del Señor, por los que se sienten solos y afligidos, por los que sufren en su interior por cualquier causa.... ¡Cuánto hay que ofrecer y reparar! Aportemos nuestro granito de arena en este día a la salvación de las almas. Feliz mes a todos.

San Juan Bosco

En este día, 31 de enero, el último del primer mes de 2011, la iglesia se alegra por la festividad de San Juan Bosco, fundador de "Los Salesianos". Desde aquí nuestra felicitación para todos ellos.


Un episodio muy famoso de su vida es el que relato a continuación:


A los nueve años tuvo un sueño profético: le pareció estar en medio de una multitud de muchachos entregados a sus juegos, pero algunos de ellos blasfemaban. Rápidamente Juan Bosco se arrojó sobre los que blasfemaban, con sus puños y a patadas para hacerlos callar; pero he aquí que se presenta un Personaje que le dice: “No con golpes, sino con la mansedumbre y con la caridad deberás ganarte a estos tus amigos.. Yo te daré la Maestra bajo cuya disciplina llegarás a ser sabio; y sin la cual, toda sabiduría se convierte en necedad”. El Personaje era Jesús y la Maestra María Santísima, a cuya guía se abandonó toda la vida y la honró con el título de “Auxiliadora de los cristianos”.

Así fue como Juan quiso aprender a ser saltimbanqui, prestidigitador, cantor, titiritero, para poder atraerse a los compañeros y mantenerlos alejados del pecado. “Si están conmigo, decía a su mamá, no hablan mal”.

Queriendo ser sacerdote para dedicarse enteramente a la salvación de los niños, mientras trabajaba de día, pasaba las noches sobre los libros, hasta que, a la edad de veinte años, pudo entrar en el Seminario de Chieri y ser ordenado Sacerdote en Turín en 1841, a los 26 años.

San Juan Bosco se caracterizó por la pastoral con jóvenes, y de él podemos aprender mucho todos, en este año dedicado especialmente a la JMJ 2011 en España. Encomendémonos a él en este día, y demos gracias a Dios por el carisma suscitado en su persona.

El Sermón de la montaña

Es domingo, el día del Señor, y también el día del descanso por excelencia. En este domingo IV del tiempo ordinario, la liturgia nos propone el Evangelio de las Bienaventuranzas, todo un programa de vida. Que el Señor nos ayude a imitar lo que Él ya logró, y que propuso después en el Sermón de la Montaña. Feliz domingo, de la mano de María, nuestra mejor abogada.



En aquel tiempo, al ver Jesús al gentío subió a la montaña, se sentó y se acercaron sus discípulos, y él se puso a hablar enseñándoles:

Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.

Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados.

Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán «los hijos de Dios».

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Dichosos vosotros cuando os insulten, y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.