El Sermón de la montaña

Es domingo, el día del Señor, y también el día del descanso por excelencia. En este domingo IV del tiempo ordinario, la liturgia nos propone el Evangelio de las Bienaventuranzas, todo un programa de vida. Que el Señor nos ayude a imitar lo que Él ya logró, y que propuso después en el Sermón de la Montaña. Feliz domingo, de la mano de María, nuestra mejor abogada.



En aquel tiempo, al ver Jesús al gentío subió a la montaña, se sentó y se acercaron sus discípulos, y él se puso a hablar enseñándoles:

Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.

Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados.

Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán «los hijos de Dios».

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Dichosos vosotros cuando os insulten, y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

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