El verano con Dios


En medio del verano y las vacaciones, no estaría mal recordar que seguimos siendo cristianos y que el Señor sigue presente en la Eucaristía. Muchas veces se dice que "en el verano se calientan los cuerpos y se enfrían las almas", y si no tenemos cuidado este refrán se puede convertir en una gran verdad.

Podemos olvidarnos del Señor y centrarnos solamente en el ocio, el disfrutar, el estar con otros..... Pero el tiempo de verano es un gran momento para tener más ratos de oración y para disfrutar también de la compañia de Jesucristo.

Que vivamos bien el verano, con Dios, desde Dios, para Dios.

Viernes de la cruz


Hoy es viernes, un día en el que los cristianos miramos de manera especial a Cristo crucificado. De su costado manó sangre y agua, y hoy también sigue manando para todos nosotros su agua, el de la verdadera vida.

Este blog quiere ser una llamada, en medio de internet, a amar al AMOR. ¡Qué dificil nos resulta muchas veces amar a Dios por encima de todo! Tenemos tantas cosas... tantos trabajos ya actividades... tantos empeños....

Que el Señor nos permita hoy mirar a su costado, mirar sus brazos abiertos en la cruz para acoger a todos, su mirada de perdón y amor al ladrón arrepentido.

San Fermín

Hoy es 7 de julio. Se celebra con toda solemnidad en Pamplona a San Fermín, una fiesta muy querida por todos los pamplonicas y también, de alguna manera, por todo el pueblo español. Ya lo dice la canción: 1 de enero, 2 de febrero... 7 de julio San Fermín!.

¡Qué importante es festejar adecuadamente a nuestros santos y patrones! Pero a veces corremos el riesgo de no celebrar bien, de quedarnos en lo superficial, en la bebida, en el baile.... Todo ello es necesario, claro que sí, pero yo hoy os animo a vivir nuestras fiestas bien. Vivirlas desde Dios y con Dios y a divertirnos sanamente.

Que María interceda por nosotros y nos ayude a honrar al Señor como se merece.

Santa María Goretti


Hoy celebramos en toda la iglesia a Santa María Goretti. Aqui os pongo el suceso más significativo de su vida, donde ella apuesta 100 x 100 por la pureza.

El 5 de julio, a unos cuarenta metros de la casa, están trillando las habas en la tierra. Alessandro (hijo de quien María servía), lleva un carro arrastrado por bueyes. Lo hace girar una y otra vez sobre las habas extendidas en el suelo. Hacia las tres de la tarde, en el momento en que María se encuentra sola en casa, Alessandro dice: -"Assunta, ¿quiere hacer el favor de llevar un momento los bueyes por mí?" Sin sospechar nada, la mujer lo hace. María, sentada en el umbral de la cocina, remienda una camisa que Alessandro le ha entregado después de comer, mientras vigila a su hermanita Teresina, que duerme a su lado. -"¡María!, grita Alessandro. -¿Qué quieres? -Quiero que me sigas. -¿Para qué? -¡sígueme! -Si no me dices lo que quieres, no te sigo". Ante semejante resistencia, el muchacho la agarra violentamente del brazo y la arrastra hasta la cocina, atrancando la puerta. La niña grita, pero el ruido no llega hasta el exterior. Al no conseguir que la víctima se someta, Alessandro la amordaza y esgrime un puñal. María se pone a temblar pero no sucumbe. Furioso, el joven intenta con violencia arrancarle la ropa, pero María se deshace de la mordaza y grita: -No hagas eso, que es pecado... Irás al infierno.

Poco cuidadoso del juicio de Dios, el desgraciado levanta el arma: -Si no te dejas, te mato. Ante aquella resistencia, la atraviesa a cuchilladas. La niña se pone a gritar: -¡Dios mío! ¡Mamá!, y cae al suelo. Creyéndola muerta, el asesino tira el cuchillo y abre la puerta para huir, pero, al oírla gemir de nuevo, vuelve sobre sus pasos, recoge el arma y la traspasa otra vez de parte a parte; después, sube a encerrarse a su habitación. María recibió catorce heridas graves y quedó inconsciente. Al recobrar el conocimiento, llama al señor Serenelli: -¡Giovanni! Alessandro me ha matado... Venga. Casi al mismo tiempo, despertada por el ruido, Teresina lanza un grito estridente, que su madre oye. Asustada, le dice a su hijo Mariano: -Corre a buscar a María; dile que Teresina la llama.

En aquel momento, Giovanni Serenelli sube las escaleras y, al ver el horrible espectáculo que se presenta ante sus ojos, exclama: -¡Assunta, y tú también, Mario, venid! . Mario Cimarelli, un jornalero de la granja, trepa por la escalera a toda prisa. La madre llega también: -¡Mamá!, gime María. -¡Es Alessandro, que quería hacerme daño! Llaman al médico ya los guardias, que llegan a tiempo para impedir que los vecinos, muy excitados, den muerte a Alessandro en el acto.

Madre buena


En este día os invito a caminar de la mano de María. ¡Qué niño no recurre a su Madre! ¡Qué Madre no se alegra cuando el hijo la llama e invoca! He aquí una breve oración que puede ayudarnos en este día a caminar bajo la protección maternal de la Virgen.


Madre mía: Desde que amanece el día, bendíceme;
en lo rudo del trabajo, ayúdame;
si vacilo en mis buenas decisiones, fortaléceme;
en las tentaciones y peligros, defiéndeme;
si desfallezco, sálvame y al cielo llévame.
Amén.

Un nuevo día


Un día más se nos presenta para poder agradar a Dios y contribuir a nuestra santificación, y la de cada uno de los que tenemos al lado. Es verano, y muchos se encontrarán de vacaciones e inmersos en otras actividades diversas de las del año lectivo y ordinario. Pero es momento también de más oración y sobre todo, no dejar de lado al Señor, que nunca nos abandona.

Encomendemos nuestras vacaciones a la Virgen María, para que Ella, como buena Madre, esté al tanto de nosotros y no nos permita descuidarnos.

XIV domingo del tiempo ordinario


Hoy es domingo, y la iglesia entera se alegra por la Resurrección de Cristo, que es lo que cada domingo actualizamos y celebramos. Es día para la familia, es día para el descanso, pero también día para la oración y dedicación al Señor.

La liturgia de este día nos anima a ir a Jesús, a caminar por los caminos de la vida y predicar la buena nueva del Evangelio. La sencillez y la humildad deben ser características de todo aquel que sigue a Jesús. Acojamos esta invitación, y seamos pregoneros de la Resurrección del Señor para todos los que tenemos al lado.

En aquel tiempo, Jesús exclamó: "¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien. El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Venid a mí, todos los que estáis fatigados y agobiados por la carga y Yo os aliviaré. Cargad con mi yugo, y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera.