XIV domingo del tiempo ordinario


Hoy es domingo, y la iglesia entera se alegra por la Resurrección de Cristo, que es lo que cada domingo actualizamos y celebramos. Es día para la familia, es día para el descanso, pero también día para la oración y dedicación al Señor.

La liturgia de este día nos anima a ir a Jesús, a caminar por los caminos de la vida y predicar la buena nueva del Evangelio. La sencillez y la humildad deben ser características de todo aquel que sigue a Jesús. Acojamos esta invitación, y seamos pregoneros de la Resurrección del Señor para todos los que tenemos al lado.

En aquel tiempo, Jesús exclamó: "¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien. El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Venid a mí, todos los que estáis fatigados y agobiados por la carga y Yo os aliviaré. Cargad con mi yugo, y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera.

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