El Corazón Inmaculado de María

Si ayer mirábamos al Corazón de Cristo, y celebrábamos con gozo su fiesta, hoy miramos a la Madre y a su Corazón Inmaculado. Madre e Hijo, Hijo y Madre. A Ella solo se va por Él, y sin Él, no es posible recurrir a Ella. 
 

Los dos corazones están rodeados de espinas, traspasados por el dolor, pero los dos corazones se fían, confían, y salen adelante en todas las pruebas. María y Jesús son para nosotros motivo de esperanza, aliciente y estímulo en las contrariedades y problemas de la vida. 

 

Vivamos sabiéndonos cobijados en sus corazones, protegidos por ellos, y sobre todo, alentados por tan buena Madre y tan buen Hijo.

Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

Celebramos hoy la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, una fiesta que pone fin a todas las fiestas importantes del año litúrgico, y que nos muestra a un Dios que tiene corazón humano y que se preocupa por cada uno de nosotros. "Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso". Hagamos nuestra esta invitación de Jesús, y acudamos a la fuente de su Sagrado Corazón, para ser regados por su agua de bendición. 
 

Feliz día del Corazón de Jesús. Que Él sea nuestro refugio y nuestro escudo. Sagrado Corazón de Jesús: en Vos confío.

El Corazón de Jesús y el nuestro

Dentro de dos días celebraremos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, una fiesta que nos invita a mirar al corazón de Jesús, que es un corazón humano, compasivo y lleno de misericordia. Mirar a su corazón nos interroga y nos anima a descubrir en el nuestro muchas cosas que cambiar y transformar. Mirar su corazón nos invita a palpitar con sus mismos latidos y a hacer nuestra su invitación: "Venid a mí todos los cansados y agobiados, y yo os aliviaré". 

 

Que el Corazón de Cristo nos ayude a mirar a los demás con ojos de compasión y misericordia, siempre dispuestos a ayudar a todos en cualquier necesidad.

Oración al Corazón de Cristo

Estamos en el mes de junio, dedicado en toda la Iglesia al Corazón de Jesús, por eso en este día, y dentro de su novena, oramos a Jesucristo, implorando misericordia de parte de su corazón compasivo y misericordioso: 

 

Señor Jesús, que dijiste: «Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra, y a quien llama se le abre».Tus palabras me infunden confianza. ¿A quién he de pedir, sino a Ti, cuyo Corazón es un manantial inagotable de todas las gracias y dones? ¿Dónde he de buscar sino en el tesoro de tu corazón, que contiene todas las riquezas de la clemencia y generosidad divinas? ¿A dónde he de llamar sino a la puerta de ese Corazón Sagrado, a través del cual Dios viene a nosotros, y por medio del cual vamos a Dios? 
 

A Ti acudo, oh Corazón de Jesús, porque en Ti encuentro consuelo.Confío en tu Corazón compasivo. Quiero que mi corazón esté lleno de la confianza con que oró el centurión romano en favor de su criado; de la confianza con que oraron las hermanas de Lázaro, los leprosos, los ciegos, los paralíticos que se acercaban a Ti porque sabían que tus oídos y tu Corazón estaban siempre abiertos para oír y remediar sus males. 
 
Sin embargo... dejo en tus manos mi vida, mis problemas, mis anhelos y proyectos, mis amigos y familiares. Acepta mi corazón pecador y transfórmalo en un corazón como el tuyo. Amén.

La solemnidad del Corpus Christi

Hoy celebramos en toda la Iglesia la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Jesús, una fiesta popularmente conocida como "Corpus Christi". Es un día para acompañar a Jesús en la Eucaristía, y para rendirle nuestro honor y devoción a su paso por nuestras calles y plazas. Él ha querido quedarse con nosotros en un trozo de pan, prisionero de amor en el sagrario, y nosotros hemos de corresponder a ese amor tan grande de todo un Dios por nosotros. 
 

Acompañemos a Jesús en la Eucaristía, recemos ante Él por nuestro país, por las necesidades de tantas personas, por nuestra Iglesia, y por todos los que no conocen a Jesucristo. El día de hoy nos traslada hasta aquel cenáculo, en la noche del jueves santo, en la que Jesús nos dijo: "Tomad y comed, es mi cuerpo", "Tomad y bebed es mi sangre". Hagamos de cada día una jornada nueva, para alabar y bendecir al Señor y para darle gracias por el gran don de la Eucaristía.