Y después... ¿qué?

Ayer pusimos broche de oro a nuestra novena con la fiesta de María Milagrosa, una fiesta muy arraigada, cada vez más, en el corazón de los fieles, y que nos invita a aceptar a María como "milagrosa" en nuestra vida, es decir, como aquella que puede verdaderamente hacer milagros en nosotros si lo deseamos. 


Ahora la vida continúa, y debe hacerlo sin olvidarnos de nuestra Madre. No puede ser que seamos "cristianos de novenas", o "cristianos de media hora los domingos", o "cristianos solamente de los días santos de la Semana Santa". La fe y la vida han de ir juntas, de la mano, y estar continuamente entrelazadas. 

Que la Virgen María, ya en los días últimos del año litúrgico, nos ayude a lograr esto en nosotros. 

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