Ya llegó el día de la fiesta de Nuestra Señora, María Milagrosa. ¡Qué gusto da celebrar la fiesta de Nuestra Madre después de haber recorrido nueve días de preparación! Ella hoy está radiante. Ella hoy quiere derramar sus gracias en cada uno de los hijos que acudimos a Ella con devoción y amor.
Vivamos este día con gozo, con inmensa alegría, y pongamos ante María todo lo que llevamos en lo profundo del corazón, para que Ella, si nos conviene, nos lo conceda.
Virgen y Madre Inmaculada, mira con ojos misericordiosos al hijo que viene a Ti, lleno de confianza y amor, a implorar tu maternal protección, y a darte gracias por el gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa.
Día noveno
Las apariciones de la Virgen de la Medalla Milagrosa constituyen indudablemente una de las pruebas más exquisitas de su amor maternal y misericordioso.
Amemos a quien tanto nos amó y nos ama.
Si amo a María, decía San Juan Bérchmans, tengo asegurada mi eterna salvación. Como su feliz vidente y confidente, Santa Catalina Labouré, pidámosle cada día a Nuestra Señora la gracia de su amor y
de su devoción.
¡Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros, que recurrimos a ti!
Dios nuestro, que por la Inmaculada Virgen María asociada a tu Hijo de modo inefable, nos das alegrarnos con la abundancia de tu bondad, concédenos propicio que sostenidos por su maternal auxilio, nunca nos veamos privados de tu providente piedad, y que con fe libre, nos sometamos al misterio de tu redención.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario