Convertir lo ordinario en extraordinario

Estamos de nuevo en el tiempo ordinario. Ya terminó el tiempo de Pascua, y ahora, con la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas, toca "convertir lo ordinario en extraordinario", y "no cansarse nunca de estar comenzando siempre". De todo ello se compone nuestra vida. Nuestra salvación se juega en los pequeños detalles de cada día, que hemos de cultivar y cuidar, de manera que en cada acontecimiento de nuestra vida, por pequeño que sea, nos encontremos con Jesucristo. Abandonémonos en Él, y como mendigos de la gracia, acudamos siempre a su infinita misericordia.

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