El santo de la alegría

Hoy es el día en el que toda la Iglesia celebra a San Felipe Neri, el que es conocido como "el santo de la alegría". Encomendémonos a él, y pidamos al Señor que inflame nuestro corazón de amor a Él, al igual que lo tenía Felipe. He aquí alguna anécdota de su vida:



Felipe consagraba el día entero al apostolado; pero al atardecer, se retiraba a la soledad para entrar en profunda oración y, con frecuencia, pasaba la noche en el pórtico de alguna iglesia, o en las catacumbas de San Sebastián, junto a la Vía Appia. Se hallaba ahí, precisamente, la víspera de Pentecostés de 1544, pidiendo los dones del Espíritu Santo, cuando vió venir del cielo un globo de fuego que penetró en su boca y se dilató en su pecho.


El santo se sintió poseído por un amor de Dios tan enorme, que parecía ahogarle; cayó al suelo, y exclamó con dolor: ¡Basta, Señor, basta! ¡No puedo soportarlo más!".

Cuando recuperó plenamente la conciencia, descubrió que su pecho estaba hinchado, teniendo un bulto del tamaño de un puño; pero jamás le causó dolor alguno.


A partir de entonces, San Felipe experimentaba tales accesos de amor de Dios, que todo su cuerpo se estremecía. A menudo tenía que descubrirse el pecho para aliviar un poco el ardor que lo consumía; y rogaba a Dios que mitigase sus consuelos para no morir de gozo. Tan fuertes eran las palpitaciones de su corazón que otros podían oirlas, especialmente años más tarde, cuando como sacerdote, celebraba la Santa Misa, confesaba o predicaba. Había también un resplandor celestial que desde su corazón emanaba calor. Tras su muerte, la autopsia del cadáver del santo reveló que tenía dos costillas rotas y que éstas se habían arqueado para dejar más sitio al corazón.

No hay comentarios: