Un domingo más el Señor nos ofrece su Palabra, esta vez nos invita a meditar en el agradecimiento. "Mi amigo plantó una viña, la cuidó, abonó, la dio todo su amor, y la viña, en vez de dar buenos frutos, dio agrazones".
Nosotros somos la viña del Señor, y estamos llamados a dar abundantes frutos, los que Él nos pide. Ojalá que este día reflexionemos mucho sobre cómo es nuestro agradecimiento, nuestra correspondencia al Señor. Que este domingo, día también de los ángeles custodios, pidamos la protección de los ángeles y su intercesión para que en todo momento seamos agradecidos.
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje.
Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: “Tendrán respeto a mi hijo.” Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: “Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia.”
Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?» Le contestaron: «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.»
Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en la Escritura?: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente” Por eso os digo que se os quitará a vosotros el Reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.
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