"Cenar con los amigos"

Está ya cercana la solemnidad del Corpus Christi, una fiesta que nos anima a pensar en Jesús Sacramentado y a darle gracias por su presencia real y viva entre nosotros en la Eucaristía. Una catequista, Teresa Blasco, nos ayuda con una bonita reflexión a meditar en todo esto. 
 
Es bueno y necesario comer con los amigos. Son un bien preciado. La familia que uno elige, que dicen. Aquellos con quienes una ha escuchado las mismas canciones, ha leído los mismos libros y bailado hasta gastar las mismas alpargatas. Aquellos que estaban ahí cuando nadie estaba, sin pedir cuentas y dispuestos a lo que fuera. Aquellos que, aún conociéndola a una, la siguen queriendo.Por eso me gusta tanto cenar con mis amigos. Es mi modo de celebrar la vida. De alegrarme por adelantado por todo lo que nos quede por vivir, y de disfrutar el hecho de que un día ellos me salieran al encuentro y se quedasen. Es bueno saber que vendrán y que no tengo que hacer nada para convencerlos de que soy la persona más estupenda del mundo; ¡porque se lo creen!. Prepararlo todo, decidir qué comemos, elegir el vino, las velas, los manteles... disfruto mucho de todo esto, porque sé que mis amigos se fijarán en cada detalle y se darán cuenta de que pienso en ellos, de que los quiero. 

A Jesús también le gustaba cenar con sus amigos. Todos los evangelistas lo describen en más de una ocasión, celebrando la vida. Sí,sí,sí. Cristo come, va de bodas, visita a unos y a otros, se va al monte con los amiguetes, o a pescar... La última cena, es esencialmente, una celebración de la vida, en su sentido más pleno.Porque en ella, en cada pequeño gesto, está Cristo dándose, como quien les prepara una comida a los amigos, para que sepamos que nos quiere. Que es él el que ha estado ahí en cada recodo de nuestra historia, a las duras y a las maduras. Que se sabe nuestras arrugas y nuestros dolores. Que lo da todo. Que, conociéndonos, nos quiere. Y que nos espera, a la vuelta de cualquier esquina, para quedarse.

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