Muchas veces el Espíritu Santo es el gran olvidado en nuestra vida espiritual. Ojalá que siempre pidamos su intercesión y que nunca nos deje de su mano. Que nos reparta sus siete dones y nos indique siempre el camino que lleva a la santidad. Digamos varias veces al día esta sencilla oración:
"Ven, Espíritu Santo, ven, y lléname, Señor, con tu preciosa unicón. Purifícame y lávame, renuévame, restáurame Señor, con tu poder. Purifícame y lávame, renuévame, restáurame, Señor, te quiero conocer".
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