Fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret

Hoy celebramos la fiesta de la Sagrada Familia, y con ella, prácticamente cerramos la octava de Navidad, pero seguimos de celebración, y seguimos con la alegría y la paz que todo un Dios hecho niño ha querido traernos con su nacimiento. El Evangelio de hoy quizá pueda ayudarnos en nuestra oración. 

 

Ojalá sea un día para acordarnos de todas las familias que necesitan ayuda; también de aquellas que están rotas o divididas. Que el Señor, recién nacido, sea siempre su apoyo y su guía.


Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca. Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando». Él les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

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