Soneto a Cristo crucificado

Cada vez tenemos más cerca los días santos, y se nos invita a contemplar, de manera especial, a Cristo crucificado. Aquel que dio la vida por ti y por mi, y la sigue dando cada día en los crucificados de la historia. Mañana será viernes de dolores, y el Señor nos invitará de nuevo a poner nuestros dolores en los suyos, para que Él los transforme y sane. 

Ante Cristo crucificado, recemos este bonito soneto, que nos anima a amar a Dios no por otra cosa que por Él mismo.  

 

No me mueve, mi Dios, para quererte, el cielo que me tienes prometido; ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte. 

Tú me mueves, Señor, muéveme al verte clavado en una Cruz y escarnecido; muéveme el ver tu cuerpo tan herido; muévenme tus afrentas y tu muerte. 

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera. 

No me tienes que dar porque te quiera; pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero, te quisiera.

No hay comentarios: