El tiempo de verano va llegando a su fin. Es importante que aprovechemos el tiempo del descanso y cambio de actividad para comenzar con fuerzas y energías renovadas el nuevo curso, que ya se acerca. En medio de todo, tanto en el descanso como en el trabajo, hemos de contar con Dios como compañero de camino, porque Él está las 24 horas esperándonos en el sagrario, dispuesto a acoger nuestra presencia cercana y amiga.
¡Qué gusto da saber que todo un Dios quiere ser nuestro amigo! ¡Qué delicia y qué consuelo saber que Él nos espera, nos acompaña, se sirve de nosotros para construir entre todos un mundo mejor! Y no nos olvidemos de su Madre, la que siempre intercede por nosotros y quiere que seamos buenos hijos suyos.
Que en estos días que quedan de agosto, imploremos especialmente su ayuda, y no nos cansemos nunca de agradecer, tanto al Señor como a su Madre María, que estén cerca de nosotros y nos ayuden.
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