El valor de una sonrisa


Un amigo escribió hace algún tiempo estas sencillas pero bonitas palabras sobre la sonrisa y su importancia en cada uno de nosotros. Un cristiano ha de ser alegre, o no será auténtico cristiano. Hoy quiero compartirlas con vosotros, para que realmente tratemos de poner en práctica lo que se nos propone: SONREIR.

El mundo es como un espejo: si le muestras mala cara, te pondrá mala cara y si le sonríes, te sonreirá. Cuando sonreímos a alguien comunicamos alegría y mejoramos la existencia de los que nos rodean. Aunque hay cientos de idiomas en el mundo una sonrisa los habla todos, por ello las sonrisas son el lenguaje del amor, sonreír nos ayuda a crecer en amor por los demás.

En nuestra vida diaria, nos encontramos con numerosas personas que necesitan de una sonrisa, porque por diversas circunstancias no tienen ninguna que ofrecer; si nos fijamos en los enfermos e impedidos, por ejemplo, veremos que les cuesta mucho sonreír, ya que su malestar es tan grande y su vida a veces, marcada por el dolor, tan triste, que para ellos la sonrisa no existe. Nosotros tenemos el compromiso de hacerles la vida más llevadera, por ello nuestras arrugas tienen que ser de sonrisas y no de andar con el ceño fruncido. Dice un proverbio escocés: “sonreír cuesta menos que la electricidad y da más luz”.

¡Qué tristeza tan honda la del mundo, si en él no hubiera nada por hacer! Debemos dar ánimo para verlo contento y evitarle sufrir. Una sonrisa no cuesta nada pero vale tanto….aunque dure sólo un instante perdurará en el recuerdo del que la necesita, ya que alivia el cansancio, renueva fuerzas y tiene valor desde el momento en que se da.
Estudiosos de la anatomía humana dicen que se necesitan 43 músculos para fruncir el ceño y tan sólo 15 para sonreír.

Todos anhelamos que nos SONRÍAN más, y más, y más….

Aprendamos a SONREIR, ¡Es urgente!


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