Cristina Quintero: “Me entrego a Cristo, ahora empiezo a vivir”

Hace pocos meses comenzó una nueva etapa vital. Se había independizado de sus padres, tenía un buen trabajo, una vida estable, decenas de amigos y ganas de comerse este mundo. Tras hacer la Comunión dejó de ir a misa porque “no le encontraba el sentido, me aburría”. El próximo 29 de agosto dejará su vida actual para entregarse a Dios. Entrará en el convento de clarisas de La Aguilera (Burgos).

¿Cómo sabes que Dios te llama de verdad a ser monja de clausura?

Por la paz que tengo en el corazón. Sé que mi vida sin Jesucristo no tiene sentido. Ahora que he estado como recogiendo los 30 años de mi vida me he dado cuenta de que había cosas que había guardado como oro en paño y ahora no me ha costado desprenderme de ellas. Sólo el Señor te da la fuerza para poder seguir avanzando en todo esto y es como vas viendo que es tu camino.

¿Siempre fue así tu relación con Dios?

De pequeña recuerdo ir a misa cuando iba a hacer la Comunión. También recuerdo que mi madre me enseñó a rezar el “Jesusito de mi vida”, el Padre Nuestro… Siempre recuerdo que en las homilías el sacerdote hacía preguntas y yo era la primera que levantaba la mano para responder, esto me lo recuerda mi amiga Tere muchas veces.

No he tenido una vida cristiana en mi familia. Mi familia, en parte, era como esas que ahora llevan a sus hijos a misa porque van a hacer la Comunión, aunque estoy muy agradecida de que mis padres me acercaran a la Iglesia.

¿En algún momento de tu vida has dado la espalda totalmente a Dios?

Después de hacer la Comunión me olvidé de la Iglesia, era como si no existiera, no iba conmigo, no la necesitaba, tampoco sabía que había grupos de post-Comunión y luego la Confirmación.
Cuando tenía quince años, mis amigos del pueblo se apuntaron a catequesis de Confirmación y yo, por no ser menos, me apunté con ellos. Pero cuando llegó el momento de las confirmaciones yo sólo había dado dos años de catequesis y no pude confirmarme, entonces pues ya pensé en no recibir el sacramento.

Pero como el Señor siempre te sorprende, en septiembre de ese mismo año mis amigas de Arganda del Rey se apuntaron a catequesis de Confirmación. Me apunté con ellas y no dije nada de que ya había hecho dos años anteriormente, entonces hice otra vez los tres años. Hoy doy gracias a Dios por esto porque seguro que si me hubiera confirmado en el pueblo me hubiera alejado de la Iglesia.

Dejaste de ir a la iglesia después de hacer la Comunión. Con quince años decides volver a misa. ¿Por qué?

Bueno, la verdad es que me costó. Aunque iba a Confirmación, lo de ir a misa no le encontraba el sentido, me aburría, pero en el segundo año de Confirmación empecé a dar catequesis y, claro, yo tenía que decir a los niños que fueran a misa. Si yo casi no iba, ¿cómo les iba a decir que fueran?

Y una cosa que siempre he tenido clara es que para poder decir a los demás que hagan o vayan a algo, yo debo ser la primera que tiene que dar ejemplo. Me ha pasado en muchas cosas relacionadas con el Señor al tener que transmitirlas a los demás y sobre todo a los niños. Fue cuando empecé a ir cada domingo a misa y encontrar el sentido de la Eucaristía que es el alimento de cada día. Sé que sin el Señor no soy nada, que le necesito para poder avanzar cada día en mi vida.

Tenías un trabajo estable, una vida resuelta, te habías independizado de tus padres ¿Qué le faltaba a tu vida?

Pues aparentemente a mi vida no le faltaba nada, lo tenía prácticamente todo como diría mucha gente, pero realmente tener todo eso no me llenaba, me faltaba algo que me hacía sufrir y no estar tranquila, pero en el único sitio que encontraba toda esa felicidad era en la Iglesia, cuando cada semana iba a dar catequesis, en la oración, campamentos de la parroquia… pero claro, eso sólo son unas horas a la semana no era todos los días.

¿Qué te hace dar el sí definitivo a Dios?

He encontrado a la persona con la cual quiero pasar el resto de mi vida. Quiero entregarme a Cristo y hacer su voluntad, además recibiré el ciento por uno. Agarrarme a Él y vivir en todo momento pensando en Él.

¿Por qué clausura? ¿Por qué las clarisas de La Aguilera?

Fuera del convento puedo tocar a mucha gente físicamente y ver cómo se acercan y se alejan de Dios. Se me parte el alma cuando veo cómo la gente se aleja de Dios. Desde allí, unida a Cristo en la oración y siendo una en Él puedo ayudar a todos y ser como un pozo que mana agua y llega a todos los lugares a los que fuera no puedo llegar.

Desde el convento, ese rincón de silencio y clausura, mis brazos se alzan hasta Dios para suplicar e interceder por un mundo que sufre y le busca, muchas veces en la oscuridad y en el pecado, en la locura del sinsentido. Quiero perderme en Cristo y entregarme con Él por cuantos no le conocen ni le aman.

La Virgen María me ha llevado a La Aguilera. Me llevó allí en la Pascua de 2010 y cuando llegué fue como empezar a encajar muchas cosas en vida que yo no entendía anteriormente. Estaban poniendo palabras a lo que yo anteriormente pensaba. Yo creía que estaba loca, ¿cómo podía estar enamorándome de Jesús?, pues sí, me había enamorado poco a poco de la persona que siempre está a mi lado.

Muchos piensan que al entrar en clausura estás perdiendo tu juventud. ¿Qué respondes a eso?

Sinceramente creo que ahora empiezo mi juventud porque anteriormente estaba atada a tantas cosas que pensaba que eran lo mejor y que no me han llevado a nada, sólo a alejarme de Dios. Ahora empiezo a vivir, es como si hubiera estado muerta y volviera a nacer. Empiezo mi juventud.

¿Qué les dices a aquellas personas que no se atreven a dar un sí definitivo a Dios?

Pues que no tengan miedo, que avancen, que no se queden en la mediocridad, quien no arriesga, no gana. Además, hay que fiarse de Dios porque Él nunca te va a dejar caer, siempre nos sostiene. Cuanto más te dejas abandonar en el Señor, más recibes porque lo demás que tenemos muchas veces sólo nos ata a no avanzar en el camino al Señor y nos alejan de Él.

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