Celebramos hoy, 23 de enero, la memoria obligatoria de San Ildefonso. He aquà una anécdota, de tantas que hay en su vida. Ojalá nos ayude en nuestra vida de cristianos, para que también vayamos poco a poco alcanzando la santidad.
Una noche de diciembre, él, junto con sus clérigos y algunos otros, fueron a la iglesia, para cantar himnos en honor a la Virgen MarÃa. Encontraron la capilla brillando con una luz tan deslumbrante, que sintieron temor. Todos huyeron excepto Ildefonso y sus dos diáconos. Estos entraron y se acercaron al altar. Ante ellos se encontraba la Virgen MarÃa, La Inmaculada Concepción, sentada en la silla del obispo, rodeada por una compañÃa de vÃrgenes entonando cantos celestiales. MarÃa hÃzole seña con la cabeza para que se acercara. Habiendo obedecido, ella fijó sus ojos sobre él y dijo: "Tu eres mi capellán y fiel notario. Recibe esta casulla la cual mi Hijo te envÃa de su tesorerÃa." Habiendo dicho esto, la Virgen misma lo invistió, dándole las instrucciones de usarla solamente en los dÃas festivos designados en su honor.
Esta aparición y la casulla, fueron pruebas tan claras, que el concilio de Toledo ordenó un dÃa de fiesta especial para perpetuar su memoria. El evento aparece documentado en el Acta Sanctorum como El Descendimiento de la SantÃsima Virgen y de su Aparición.
En la catedral los peregrinos pueden aun observar la piedra en que la Virgen SantÃsima puso sus pies cuando se le apareció a San Ildefonso.
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