Muchas veces la vida se nos hace cuesta arriba, no encontramos sentido a nada, y nuestra alma se torna dolorida y sufriente. Gritemos desde lo profundo del corazón al Señor, y dejemos que Él, con su piedad y misericordia, sane nuestras heridas. He aquí una oración que brota de un alma dolorida, pero también esperanzada en Cristo.
"Señor, tengo el alma dolorida... !Déjame q me abrace en tus pies! Déjame q te pida una vez más: Ten piedad de mi. Déjame que te toque el manto y quede sanada. Déjame q te grite como Bartimeo, déjame q salga a tu encuentro como Jairo.
Y déjame q escuche como todos ellos: Hija tu fe te ha salvado, vete en paz.
Paz, Señor sólo te pido paz ......"
No hay comentarios:
Publicar un comentario