Feliz domingo XIV del tiempo ordinario. Hoy la iglesia celebra la campaña de responsabilidad en el tráfico, y hace un llamamiento a la prudencia y el cuidado en la carretera. Viajemos, pero seamos responsables con la velocidad y con el resto de las personas. Hoy domingo, también os ofrezco un testimonio de un joven que ha visto recientemente la película dedicada a Pablo Domínguez: "La última cima". Esta película, realmente, no deja a nadie indiferente. Alegrémonos por ello y demos gracias a Dios por la vida de este buen sacerdote.
Pablo Domínguez es el protagonista de la película “La última Cima”; sacerdote que fallece con tan solo 42 años en el Moncayo, al precipitarse junto con Sara, compañera de montañismo, por una pendiente de más de 1000 metros.
El testimonio que nos ofrece la película es emocionante, mostrándonos los frutos de la vida de este sacerdote, el cual, poseía una vida espiritual tan candente de Amor, que se reflejaba de manera tan sencilla, pero apasiónate en sus amigos, alumnos, pobres, familia, sacerdotes, obispos, etc., que hace que su existencia haya sido un regalo de Dios, no solo para aquellos que le conocieron cercanamente, sino también para toda la humanidad con el testimonio que nos ha dejado. A él acudían en los momentos de tristeza, de alegría, de dolor, de agradecimiento…como señalan varios testimoniantes, parecía que nunca tenía nada urgente que hacer, y no era así en muchas ocasiones; su escucha se alargaba todo el tiempo necesario ofreciendo sus palabras, consejos, su sonrisa, en definitiva su AMOR al prójimo.
La oración era fundamental en su vida; en medio de las numerosas actividades de las que era responsable y del ajetreo del día a día, siempre existían momentos de oración y meditación; para él la oración era pieza fundamental en el rompecabezas de ser cristiano; era la fuente de la que bebía para sentirse con fuerzas espirituales y físicas, y así seguir fielmente a Jesucristo.
A fin de cuentas, NECESITAMOS sacerdotes santos, que su testimonio y ejemplo alimenten nuestro ser cristiano y nos ayuden a descubrir lo maravillo de acariciar el AMOR de Dios.
El testimonio que nos ofrece la película es emocionante, mostrándonos los frutos de la vida de este sacerdote, el cual, poseía una vida espiritual tan candente de Amor, que se reflejaba de manera tan sencilla, pero apasiónate en sus amigos, alumnos, pobres, familia, sacerdotes, obispos, etc., que hace que su existencia haya sido un regalo de Dios, no solo para aquellos que le conocieron cercanamente, sino también para toda la humanidad con el testimonio que nos ha dejado. A él acudían en los momentos de tristeza, de alegría, de dolor, de agradecimiento…como señalan varios testimoniantes, parecía que nunca tenía nada urgente que hacer, y no era así en muchas ocasiones; su escucha se alargaba todo el tiempo necesario ofreciendo sus palabras, consejos, su sonrisa, en definitiva su AMOR al prójimo.
La oración era fundamental en su vida; en medio de las numerosas actividades de las que era responsable y del ajetreo del día a día, siempre existían momentos de oración y meditación; para él la oración era pieza fundamental en el rompecabezas de ser cristiano; era la fuente de la que bebía para sentirse con fuerzas espirituales y físicas, y así seguir fielmente a Jesucristo.
A fin de cuentas, NECESITAMOS sacerdotes santos, que su testimonio y ejemplo alimenten nuestro ser cristiano y nos ayuden a descubrir lo maravillo de acariciar el AMOR de Dios.
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