
Los trabajos son muchos, los voluntarios en cada diócesis ya están a tope colaborando para que todo esté previsto y preparado. La oración, la acogida cordial y la buena disposición se presentan como las mejores armas para librar esta batalla, si es que vale el ejemplo.
Agradezcamos al Señor este acontecimiento y hagamos de él una magnífica posibilidad para transformar nuestro país, nuestro mundo y renovar la fe católica.
Hagámoslo con la intercesión de Santo Domingo de Guzmán, a quien hoy toda la iglesia celebra con gran devoción, y en especial la familia de los dominicos.
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