Hoy es 18 de febrero, y hoy es la fiesta de Santa Bernardita, la vidente de la Virgen en Lourdes, en aquella gruta de Massabielle. Nació en Lourdes en 1844. Hija de padres supremamente pobres. En el bautismo le pusieron por nombre MarÃa Bernarda, pero todos la llamaban Bernardita.
Era la mayor de varios hermanos. Sus padres vivÃan en un sótano húmedo y miserable, y el papá tenÃa por oficio botar la basura del hospital. La niña tuvo siempre muy débil salud a causa de la falta de alimentación suficiente, y del estado lamentablemente pobre de la habitación donde moraba. En los primeros años sufrió la enfermedad de cólera que la dejó sumamente debilitada. A causa también del clima terriblemente frÃo en invierno, en aquella región, Bernardita adquirió desde los diez años la enfermedad del asma, que al comprimir los bronquios produce continuos ahogos y falta de respiración.
Esta enfermedad la acompañará y la atormentará toda su vida. Al final de su existencia sufrirá también de tuberculosis. En Bernardita se cumplió aquello que dijo San Pablo: "Dios escoge a lo que no vale a los ojos del mundo, para confundir las vanidades del mundo". Bernardita a los 14 años no sabÃa leer ni escribir ni habÃa hecho la Primera Comunión porque no habÃa logrado aprenderse el catecismo. Pero tenÃa unas grandes cualidades: rezaba mucho a la Virgen y jamás decÃa una mentira. Un dÃa ve unas ovejas con una mancha verde sobre la lana y pregunta al papá: ¿Por qué tienen esa mancha verde? El papá queriendo chancearse, le responde: "Es que se indigestaron por comer demasiado pasto". La muchachita se pone a llorar y exclama: "Pobres ovejas, se van a reventar". Y entonces el señor Soubirous le dice que era una mentirilla. Una compañera le dice: "Es necesario ser muy tonta para creer que eso que le dijo su padre era verdad". Y Bernardita le responde: ¡Es que como yo jamás he dicho una mentira, me imaginé que los demás tampoco las decÃan nunca!
Desde el 11 de febrero de 1859 hasta el 16 de julio del mismo año, la Sma. Virgen se le aparece 18 veces a Bernardita. Las apariciones las podemos leer en detalle en el dÃa 11 de febrero. Nuestra Señora le dijo: "No te voy a hacer feliz en esta vida, pero sà en la otra". Y asà sucedió . La vida de la jovencita, después de las apariciones estuvo llena de enfermedades, penalidades y humillaciones, pero con todo esto fue adquiriendo un grado de santidad tan grande que se ganó enorme premio para el cielo.
Santa BernarditaBernardita pidió ser admitida en la Comunidad de Hijas de la Caridad de Nevers. Tardaron en admitirla porque su salud era muy débil. Pero al fin la admitieron. A los 4 meses de estar en la comunidad estuvo a punto de morir por un ataque de asma, y le recibieron sus votos religiosos, pero enseguida curó.
En la comunidad hizo de enfermera y de sacristana, y después por nueve años estuvo sufriendo una muy dolorosa enfermedad. Cuando le llegaban los más terribles ataques exclamaba: "Lo que le pido a Nuestro Señor no es que me conceda la salud, sino que me conceda valor y fortaleza para soportar con paciencia mi enfermedad. Para cumplir lo que recomendó la Sma. Virgen, ofrezco mis sufrimientos como penitencia por la conversión de los pecadores".
Uno de los medios que Dios tiene para que las personas santas lleguen a un altÃsimo grado de perfección, consiste en permitir que les llegue la incomprensión, y muchas veces de parte de personas que están en altos puestos y que al hacerles la persecución piensan que con esto están haciendo una obra buena.
Bernardita tuvo por superiora durante los primeros años de religiosa a una mujer que le tenÃa una antipatÃa total y casi todo lo que ella hacÃa lo juzgaba negativamente. AsÃ, por ejemplo, a causa de un fuerte y continuo dolor que la joven sufrÃa en una rodilla, tenÃa que cojear un poco. Pues bien, la superiora decÃa que Bernardita cojeaba para que la gente al ver las religiosas pudiera distinguir desde lejos cuál era la que habÃa visto a la Virgen. Y asà en un sinnúmero de detalles desagradables la hacÃa sufrir. Y ella jamás se quejaba ni se disgustaba por todo esto. Recordaba muy bien la noticia que le habÃa dado la Madre de Dios: "No te haré feliz en esta vida, pero sà en la otra".
Duró quince años de religiosa. Los primeros 6 años estuvo trabajando, pero fue tratada con mucha indiferencia por las superioras. Después los otros 9 años padeció noche y dÃa de dos terribles enfermedades: el asma y la tuberculosis. Cuando llegaba el invierno, con un frÃo de varios grados bajo cero, se ahogaba continuamente y su vida era un continuo sufrir.
Deseaba mucho volver a Lourdes, pero desde el dÃa en que fue a visitar la Gruta por última vez para irse de religiosa, jamás volvió por allÃ. Ella repetÃa: "Ah quién pudiera ir hasta allá, sin ser vista. Cuando se ha visto una vez a la Sma. Virgen, se estarÃa dispuesto a cualquier sacrificio con tal de volverla a ver. Tan bella es".
Al llegar a la Comunidad reunieron a las religiosas y le pidieron que les contara cómo habÃan sido las apariciones de la Virgen. Luego le prohibieron volver a hablar de esto, y en los 15 años de religiosa ya no se le permitió tratar este tema. Son sacrificios que a los santos les preparan altÃsimo puesto en el cielo.
Cuando ya le faltaba poco para morir, llegó un obispo a visitarla y le dijo que iba camino de Roma, que le escribiera una carta al Santo Padre para que le enviara una bendición, y que él la llevarÃa personalmente. Bernardita, con mano temblorosa, escribe: "Santo Padre, qué atrevimiento, que yo una pobre hermanita le escriba al Sumo PontÃfice. Pero el Sr. Obispo me ha mandado que lo haga. Le pido una bendición especial para esta pobre enferma". A vuelta del viaje el Sr. Obispo le trajo una bendición especialÃsima del Papa y un crucifijo de plata que le enviaba de regalo el Santo Padre.
El 16 de abril de 1879, exclamó emocionada: "Yo vi la Virgen. SÃ, la vi, la vi ¡Que hermosa era!" Y después de unos momentos de silencio exclamó emocionada: "Ruega Señora por esta pobre pecadora", y apretando el crucifijo sobre su corazón se quedó muerta. TenÃa apenas 35 años.
A los funerales de Bernardita asistió una muchedumbre inmensa. Y ella empezó a conseguir milagros de Dios en favor de los que le pedÃan su ayuda. Y el 8 de diciembre de 1933, el Santo Padre PÃo Once la declaró santa.
Bernardita: tú que tuviste la dicha de ver a la Sma. Virgen aquà en la tierra, haz que nosotros tengamos la dicha de verla y acompañarla para siempre en el cielo.
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