En este domingo, el 30º del tiempo ordinario, el Señor nos anima a estar alerta en nuestra actitud ante Él. El fariseo acudió a su presencia para salir de allí justificado. El publicano, sin embargo, acudió al Señor para pedirle su compasión y su humildad. Son dos maneras opuestas de situarse ante el Señor, pero no ficticias, sino reales, porque realmente se dan en nuestra vida. ¡Cuántas veces nos creemos con todo hecho, buenas personas y casi santos! ¡Cuántas veces nuestra oración se convierte en un monólogo para justificarnos a nosotros mismos y deja de ser un diálogo de amistad!
Que en este domingo podamos hacer muchas veces al Señor la petición del publicano, con humildad y sencillez: "¡Oh Dios! Ten compasión de este pecador". Si nos reconocemos así, limitados y necesitados de Dios, Él hará maravillas en nosotros.
Feliz domingo
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